El problema del sargazo ha venido a afectar severamente diferentes regiones turísticas de México por causa de la suciedad que la llegada de algas marinas en descomposición genera en amplias zonas de playa de nuestro país.
Si bien no se registran afectaciones a la salud por la llegada del sargazo ni se prevén riesgos sanitarios, lo cierto es que la región de la Riviera Maya ha perdido el esplendor que le caracterizaba, en la orilla del mar se han sustituido la arena blanca y el mar de turquesa y de otras tonalidades con un aspecto turbio y mal olor, lo cual no resulta atractivo para atraer visitantes.
Ante ello, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha anunciado, a través de su secretario de Marina, José Rafel Ojeda, que habrá una inversión de 52 millones de pesos para combatir este desastre, aunque del mandatario ha asegurado que no se trata, en todo caso, de un problema grave.
Es el propio gobernador del estado de Quintana Roo, Carlos Manuel Joaquín, quien ha dicho que no no existe una reducción en la ocupación hotelera de la región… por lo pronto. Sin embargo, las actividades en playa y el aspecto le ha dado fama mundial a destinos como Tulum, Playa del Carmen y Cozumel dejaría de sera atractivo paulatinamente, sobre todo para el turismo internacional que vistira nuestro país.
Pero el sargazo se puede convertir en una oportunidad para las marcas, toda vez que su acumulación permitiría que se convirtiera en un insumo para el sector de la construcción.
En Puerto Morelos, Quintana Roo, el empresario Omar Vázquez Sánchez ha desarrollado una empresa dedicada a la fabricación de ladrillos a partir de esta fibra. Se prevé que el costo de construcción de una vivienda se deduzca a la mitad si se compara con el adobe, y en la región se han comenzado a construir diferentes obras bajo esta modalidad.
Puede observarse, con este ejemplo, que aún en lo que puede ser considerado un desperdicio existe una oportunidad para las marcas y para paliar los efectos nocivos.