Los Ćŗltimos tres meses han sido particularmente interesantes para AndrĆ©s Manuel LĆ³pez Obrador, cuya presencia en medios ha cobrado una relevancia especial. Me atrevo a decir que la maƱanera se ha transformado en el medio estatal mĆ”s influyente del continente; lo he mencionado antes, Donald Trump bien quisiera haber logrado lo que AMLO ha construido en seis aƱos de conferencias matutinas. En los Ćŗltimos 90 dĆas, la cuenta de YouTube de AMLO ha acumulado 53 millones de vistas, siendo el video mĆ”s popular de este periodo el del 11 de diciembre, con 2 millones de vistas y 50 mil likes. La cuenta de YouTube de AndrĆ©s Manuel LĆ³pez Obrador alcanza los 4.2 millones de seguidores, es decir, 3 de cada 100 habitantes siguen al presidente. A modo de comparaciĆ³n, Javier Milei, el conocido Presidente de Argentina, tiene 453 mil seguidores en su cuenta de YouTube, lo que equivale a decir que 1 de cada 100 habitantes sigue sus mensajes. Aunque la comparaciĆ³n no es exacta, nos ayuda a ilustrar el impactante peso mediĆ”tico de AMLO.
Es un hecho que AndrĆ©s Manuel LĆ³pez Obrador y su gobierno optaron conscientemente por crear un Ćŗnico vocero, con algunas excepciones durante la pandemia de COVID-19. Asimismo, concentraron su comunicaciĆ³n en un selecto grupo de medios, principalmente YouTube y aquellos medios tradicionales que, al menos inicialmente, decidieron retransmitir las conferencias casi intactas al pĆŗblico. Esta fortaleza mediĆ”tica merece ser analizada en el campo de la comunicaciĆ³n. ĀæQuĆ© sucede cuando una marca o personalidad de gran peso es reemplazada por otra de menor influencia? Resulta indiscutible que, por ahora, ni Xochitl GĆ”lvez ni Claudia Sheinbaum pueden competir en tĆ©rminos mesiĆ”nicos con AMLO. La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca no disminuyĆ³ la popularidad de Donald Trump; probablemente sucediĆ³ todo lo contrario. Hoy, Trump se presenta como uno de los competidores mĆ”s fuertes por la candidatura del Partido Republicano. Es vĆ”lido argumentar que Donald Trump y AMLO no son comparables y que el actual presidente podrĆa realmente desaparecer de los medios una vez que sea su turno de dejar el Palacio Nacional. De estos dos presidentes se puede decir mucho, pero es necesario reconocer que han sido consistentes en cumplir con ese tipo de promesas.
AMLO: SucesiĆ³n presidencial
La llegada de cualquiera de las dos candidatas a la presidencia implicarĆa un cambio en la relaciĆ³n entre el electorado y la presidenta. Las conferencias de prensa constantes no son un ejercicio racional, pensemos por un momento, quiĆ©n se expondrĆa diariamente al escrutinio pĆŗblico masivo. SegĆŗn The American Presidency Project āLas ruedas de prensa raramente involucran al presidente, con excepciones notables como la participaciĆ³n de Donald Trump en las ruedas de prensa del Coronavirus. Generalmente, estas ruedas de prensa son reuniones frecuentes, a veces diarias, del Cuerpo de Prensa de la Casa Blanca con el Secretario de Prensa (y/o otros), brindando una oportunidad para que la Casa Blanca transmita informaciĆ³n y para que el cuerpo de prensa haga preguntas sobre prĆ”cticamente cualquier tema de interĆ©s. Durante un perĆodo, la AdministraciĆ³n Trump discontinuĆ³ las ruedas de prensa regulares con el Secretario de Prensa.ā Un Presidente rara vez actĆŗa como vocero y lĆder al mismo tiempo, mucho menos de manera diaria. Para cualquiera de los tres candidatos a la presidencia se le dificultarĆ” igualar ese desempeƱo. No se trata de ser pro o anti AMLO, se trata de reconocer que cada polĆtico tiene sus fortalezas y que trata de imitar puede ser mala idea.
La estrategia de comunicaciĆ³n de AMLO tambiĆ©n tendrĆ” repercusiones en las campaƱas electorales. El proyecto del actual presidente aĆŗn no ha concluido, al menos no desde su perspectiva. Por esta razĆ³n, podemos anticipar que los anuncios y las maƱaneras continuarĆ”n a lo largo de todo el proceso electoral, y el mensaje de la presidencia competirĆa, sin duda, con las promesas de campaƱa de los tres aspirantes a la presidencia. TambiĆ©n es necesario reconocer que la publicidad de ataque podrĆa centrarse en el presidente, o al menos intentarĆa involucrarlo directamente. Esto provocarĆa una respuesta natural en el medio mĆ”s potente que poseen āla maƱaneraā. Tiene sentido que la defensa del presidente se realice justamente en el espacio que mejor domina y que tiene mayor alcance. Por esta razĆ³n, los 4 millones de seguidores podrĆan representar una desventaja. TambiĆ©n podrĆa suponerse que se utilice en beneficio del proyecto de naciĆ³n que Ć©l mismo iniciĆ³; sin embargo, esto seƱalarĆa a la poblaciĆ³n que la figura mĆ”s relevante del paĆs sigue siendo el actual presidente y no los candidatos.
Nos enfrentamos a un problema creado por el mismo Ć©xito de los canales de comunicaciĆ³n existentes. Es un caso en el que perder parece mĆ”s fĆ”cil que ganar. La poblaciĆ³n, en su conjunto, corre el riesgo de no poder discernir el mensaje nuevo por estar aĆŗn sintonizados con el mensaje anterior, aunque suene irĆ³nico. Por Ćŗltimo, debemos reconocer que la marca mĆ”s potente en la polĆtica mexicana es, justamente, el presidente, y su competencia natural serĆ” quien resulte ganador de la contienda, sea quien sea. Si se decide continuar con la maƱanera, no me sorprenderĆa que la mayorĆa de las preguntas se centren en el desempeƱo o, al menos, en la comparaciĆ³n con el presidente LĆ³pez Obrador.
Estamos ante un caso de comunicaciĆ³n que difĆcilmente se repetirĆ” y que, al menos en MĆ©xico, es inĆ©dito. Generalmente, al finalizar un sexenio, la imagen del presidente estĆ” tan desgastada que su desapariciĆ³n de los medios es lo menos que se espera. QuizĆ”s la Ćŗnica excepciĆ³n serĆa Ernesto Zedillo, quien ganĆ³ popularidad hacia el final de su mandato. Nos tocarĆ” ver cuĆ”l serĆ” el rol de un medio estatal liderado por un presidente popular y bien aceptado, y cĆ³mo el traspaso de poder podrĆa ser o no un proceso sencillo en tĆ©rminos de comunicaciĆ³n.