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El reclutamiento de talentos en tiempos del cólera

Daniel GranattaPor Daniel Granatta
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Twitter @danigranatta

No sé si se acordarán de que lo mencioné hace un par de semanas en esta misma columna, pero igual que hay temporada del melón o de la nuez, ha comenzado la temporada del gurú de social media en México. Es una temporada que transcurre desde finales de febrero hasta octubre, aproximadamente, y ya saben lo que opino de tanto gurú poblando el espacio aéreo del país, más aún sin controladores aéreos que les pongan orden a su disponibilidad para hablar de sí mismos y de todas las herramientas de social media que usan.

La mejor frase que he leído extraída de esta burbuja en la que viven estos “gurús”, es una que publicó en Twitter un buen amigo mientras asistía a una de esas charlas, en la que un conferenciante prorrumpió en la siguiente afirmación, de profunda relevancia: “Las redes sociales son una plataforma poderosa para que las marcas interactúen con sus consumidores”. Sin rodeos y sin anestesia, y eso sí, cobrando la entrada a los asistentes, los cuales comenzaron a retuitear dicha frase como si fuera la frase perdida de una de las tablas de Moisés.

Imaginé la solemnidad de dicho texto en una diapositiva de PowerPoint y entonces pensé en una posible analogía, ¿ustedes se imaginan a un monton de médicos asistiendo a un ciclo de conferencias donde se habla del bisturí? Con diapositivas en las que se leyera: “El bisturí es una poderosa herramienta para que los doctores operen a corazón abierto a sus pacientes”. Qué ridículo, y así de ridículos nos vemos hablando de Twitters o GoogleWaves o la última trendy-techie-fashion-of-the-week si el discurso no va para ningún lado más que para decir obviedades.


Porque claro, ¿se imaginan a los doctores en la conferencia sobre el bisturí? No, ¿no? En todo caso, sería interesante escuchar qué problemas más o menos complejos se solucionaron en operaciones más o menos complejas con la ayuda de bisturíes… en suma, hablar de los fines y no de los medios, o al menos es por lo que yo creo que pagaría mi cuota para asistir a uno de estos eventos.

Eso me lleva al siguiente punto de esta alocada disertación, que es en la búsqueda de talento para la industria digital mexicana, ciertamente preocupante si de repente los estímulos a los que se expone a la audiencia es a una ristra de cifras de uso, estadísticas y demás terminología, gracias a la cual el que presenta puede hablar y hablar horas sin decir realmente nada. Un solo consejo, desconfíen de quien se sube a una tarima a dispararles estadísticas y/o ejemplos ajenos, porque cuando alguien habla como un ladrillo es probable que trabajar a su lado sea también un ladrillo.

Por ejemplo, a mí el conferenciante que decía la frase de las redes sociales como poderosa plataforma no me incita a enviarle mi CV sino a preguntarle si sabe cuándo se abre el plazo para pagar la tenencia de mi coche. Pobre estudiante en busca de nuevas vías para su futuro. Pobre, porque meterse a unas conferencias con semejante contenido y luego salir de ellas con la consiguiente depresión me hace pensar en una cita humorística: Uno de cada dos profesionales de la industria publicitaria digital mexicana tiene un segundo trabajo gracias al cual puede sobrevivir”.

Hacia allá vamos con tanta charla sin sustancia, a crear teóricos teorizadores, nuevos gurús que querrán entrar a la burbuja donde ahora flotan los otros, mientras que fuera de ella vive una industria que está naciendo y a la que nunca se dedican porque eso exige sangre, sudor, lágrimas, desveladas y muchísimas latas de bebidas energéticas y bolas de papel arrugadas en un bote de basura. Es más cómodo teorizar desde una tarima, como Nezareth, el niño predicador, encarnación sublime de todos los gurús de social media.

Entonces, por pura lógica a la que yo siempre llego un poco tarde, pienso que tiene mucho que ver lo que se presenta y cómo se presenta para que alguien que imparte una conferencia se convierta en la chispa con la que ese talento (que existe, claro que existe) se detone y se dé a conocer y se gane su lugar.

Dar una conferencia para hacer sentir a la audiencia que estás en el escenario y ellos no, es una estupidez y una pérdida de tiempo, porque, más allá del ego de cada cual, el propósito de impartir una charla debería ser la de abrir en dos la cabeza de los asistentes, y motivarles lo suficiente como para que saliendo del evento piensen que su objetivo laboral debería tener que ver con aquello que los sacudió, en vez de leer, de nuevo, más estadísticas. Con más estadísticas, parece un vodevil:- “Oiga, no, basta, ya estamos convencidos de lo que dice, ¿y ahora qué hacemos?”, preguntó alguien del público; “Deje, le convenzo un poco más, traigo más estadísticas de uso”, respondió el conferencista desde el escenario.

A ver si va a resultar que el problema del talento no está en que no hay, sino en que no sabemos tocar la tecla para activarlo cada vez que nos toca ir aquí y allá a disertar sobre estos menesteres. A ver si es que el problema no es que no haya talento sino que salen cabizbajos de una charla nuestra.

Alguna vez relaté cómo parte del talento que hay en la agencia en que trabajo llegó a la agencia en que trabajo. No es exclusivo de este lugar, claro que no, lo que sí sé es que toda la gente que trabaja aquí tiene ese talento que tanto se busca, aunque muchos llegaran como chatarra que no querían en otros sitios.

Hace un par de semanas me tocó impartir una charla en Ciudad de México, y antes de la misma un chico me escribió contándome de él y de lo que hacía, de sus sueños y de sus miedos. Hace un par de noches recibí otro correo suyo, maravilloso, que transcribo íntegramente: “Hola Dani, soy Copy Jr. en una agencia, pero quiero ser trainee en donde trabajas, quiero aprender de ustedes. Mira, puedo hacer dos chambas y no hay pex con que sólo me des la ayuda económica de trainee. Imagina “El joven que durante el día es redactor y durante la noche velador”, todo por aprender.

Un saludo Igual que esas personas que asisten a una conferencia y tiempo después acaba trabajando en la agencia del que la imparte, en algo que no tiene nada que ver con lo que estudiaron, sólo por el hecho de trabajar en esa oficina y filosofía de las se habló en esa presentación. Quizá porque el talento, al final, se manifiesta donde le hablan con el mismo corazón con el que el talento escucha. Entonces, si toca dar charlas, cursos, diplomados o lo que sea, hablemos del corazón y de cómo tocarlo en vez de hablar de bisturíes. Seguro entonces el talento, como si tal cosa, aparecerá para todos.

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