El primero de julio de 2012, el entonces Instituto Federal Electoral (IFE) anunciaba como ganador al candidato Enrique Peña Nieto del Partido Revolucionario Institucional (PRI) con el 32.6 por ciento de las preferencias del electorado, que en aquella ocasión representó el 63.34 por ciento del total de ciudadanos con capacidad para ejercer el voto.
Seis años después, la figura del presidente en funciones se ha desgastado a tal grado que presenta,según Consulta Mitofsky, el peor nivel de aprobación de los últimos cuatro mandatarios en turno.
A tres meses de que finalice el sexenio del ejecutivo, su porcentaje de aceptación es de apenas 21.7 por ciento; muy por debajo de lo registrado por su antecesor Felipe Calderón, quien cerró su mandato con 51.8 por ciento; en tanto, la administración de Vicente Fox fue la que terminó el mayor nivel de aprobación con un 63.2 por ciento. A su vez, Ernesto Zedillo con 55.3 por ciento.
#MEXICO en las últimas 4 elecciones presidenciales, el presidente en funciones que mejor han evaluado los votantes es @VicenteFoxQue que logró el 63%, no es noticia nueva decir que el actual ha sido el que llega con la aprobación más baja. @RoyCampos #Elecciones2018 pic.twitter.com/YgoqbMCUiG
— CONSULTA MITOFSKY (@Mitofsky_group) 28 de agosto de 2018
Este desplome en la percepción de la gente sobre el trabajo realizado por el presidente se conjuga al número de votos recibidos por el PRI durante la elección de julio pasado en la que se posicionó como la tercera fuerza política del país, lo que representa por la historia y trayectoria del instituto político como un fracaso.
Así lo han reconocido los principales dirigentes, una vez pasado el tiempo en el que ya se podía hablar de los resultados de los comicios, René Juárez Cisneros, en ese momento dirigente nacional de la entidad reconocía la derrota de la elección y no solo eso, se hicieron declaraciones públicas a un llamado a la autocrítica para reposicionar al ente político.
Durante los últimos días, Peña Nieto realizó una serie de entrevistas con los diversos medios de comunicación en donde aseguró que su administración deja un país mejor al que se recibió durante 2012; esto se debe al desarrollo así como a los resultados de la implantación de las 14 reformas estructurales.
De igual forma, señaló que la derrota en los comicios pasados se debieron a dos factores principales, en primer orden al “desgaste de las expresiones políticas tradicionales” así como al “desgaste del ejercicio del gobierno”.
Asimismo, reconoció que en aquel entonces, “el nuevo PRI”, nombre con el que se denominó la llegada de jóvenes dirigentes de estados y municipios, terminó siendo un golpe a la imagen y reputación del partido, tras los casos de corrupción de personajes como Javier Duarte o Roberto Borge.
Es así como el cambio anunciado en la imagen e incluso nombre del PRI, debe de estar sustentado desde el fondo y no solo en la apariencia, ya que “si conserva los apellidos no funciona” detallá el mismo presidente de la República. Si bien el partido vivió una etapa similar durante 2006, la transparencia con la que las redes sociales muestran las acciones realizadas por los gobiernos, así como las reacciones de los internautas, deriva en que el cambio del instituto tenga que ser de raíz o no servirá para cambiar la percepción de los votantes.