El contexto mexicano ha sido un terreno históricamente difícil para las niñas y adolescentes, siendo la violencia de género uno de los desafíos más persistentes. A pesar de los avances en la legislación, las niñas siguen enfrentando formas sistémicas de violencia, como matrimonios infantiles, ciberacoso, feminicidios y trata de personas. Esta violencia no solo vulnera sus derechos en el presente, sino que perpetúa ciclos de pobreza y exclusión.
Por mencionar algunos datos, se estima que, hasta 2020, se contabilizaron más de 313 mil niñas, niños y adolescentes de 12 a 17 años en un matrimonio o unión temprana en México, de los cuales el 76% eran mujeres, lo que refleja que la mayoría de las uniones infantiles afectan de manera desproporcionada a niñas y adolescentes.
Asimismo, del 1° de enero de 2013 al 13 de marzo de 2024, se registró la desaparición de 10 mil 595 niñas, niños y adolescentes, de los cuales el 51.8% eran niñas y adolescentes mujeres. Y entre 2015 y 2023 se contabilizaron 4 mil 630 mujeres víctimas de trata de personas en México, de las cuáles, 1 mil 787 (el 38.6%) fueron niñas y adolescentes mujeres.
Las personas que sufren violencia viven acompañadas del miedo, el cual puede entenderse como un proceso psicológico y fisiológico, pero también como un fenómeno político y social que inhibe la acción de las personas, es decir que las puede inmovilizar. Si las niñas y adolescentes tienen miedo, están en riesgo de perder su capacidad de actuar, porque su prioridad más alta es la de sobrevivir. En este sentido, vivir en condiciones de violencia, es una manera contundente de despojar a las niñas y adolescentes de su poder.
Prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia de género es una obligación de los Estados y de todos los sectores de la sociedad para ofrecer una vida plena a hombres y mujeres. Sin embargo, en nuestra sociedad permanece un sistema patriarcal que significa las relaciones a partir de las diferencias que distinguen a los sexos, generando valoraciones inequitativas sobre los hombres y mujeres. Esto provoca relaciones asimétricas de poder y profundas desigualdades en todos los aspectos de la vida cotidiana.
Ante esta alarmante realidad, Save the Children presentó su más reciente investigación titulada “Recuperar el poder de las niñas y adolescentes en tiempos de mujeres transformadoras”. Este exhaustivo análisis presenta la situación actual y las oportunidades de acción frente a las múltiples formas de violencia que enfrentan niñas, adolescentes y mujeres en el país.
El estudio revela un mapa desgarrador de la vida diaria de niñas y adolescentes en México, quienes se enfrentan a un entorno hostil desprovisto de su marco de derechos humanos. A pesar de esto, el informe invita a la construcción de un nuevo panorama, donde se fomente el poder transformador de las mujeres, alineado con los avances históricos hacia la igualdad de género.
Es claro que para lograr erradicar la violencia de género en niñas y adolescentes, es esencial adoptar un enfoque integral. De ahí, que el estudio contenga propuestas desarrolladas en temas de educación, participación activa de las niñas y adolescentes, protección jurídica, promoción del liderazgo juvenil y un cambio cultural.
Cuando las niñas y adolescentes ejercen sus derechos plenamente, se encuentran en condiciones de poder; es decir, cuentan con recursos internos y externos que les permiten tomar sus propias decisiones, actuar protagónicamente en sus comunidades, participar en las decisiones que les conciernen, actuar y pensar con autonomía, así como ser visibles y reconocidas en sus entornos.
Es momento de que las niñas y adolescentes recuperen su poder y gocen de las condiciones y oportunidades en igualdad de condiciones. No solo se trata de una cuestión de derechos humanos, sino de una condición indispensable para el desarrollo social y económico del país.
Para construir un futuro más justo, no olvidemos que las niñas y las adolescentes importan y, sobre todo, merecen vivir libres, seguras y sin miedo.