Los seres humanos actuamos con base a emociones, pues el 85% de nuestras decisiones se forman en el subconsciente de carácter emocional, las hacemos a través de nuestros sentidos, donde la vista es el principal de ellos, es por eso que le damos demasiada importancia a lo visual aunque nuestra razón nos diga lo contrario, de ahí el refrán popular “Ver para creer”.
“Aún que la mona se vista de seda mona se queda”, “El habito no hace al monje”, “Las apariencias engañan” estos son algunos refranes que nos dicen que es más importante el interior que el exterior, pero para cada refrán hay contra refrán “Una buena capa todo lo tapa”, “Bien vestido, bien recibido”, “Cómo te ven te tratan” ambos casos tienen toda la razón es como el símbolo del Ying Yang se necesita un equilibrio de ambas partes “Para ser hay que parecer” y “Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en verdad”.
Un tema polémico donde la sociedad ven mal darle importancia a la estética (además de que la estética/belleza es subjetiva) porque seríamos personas elitistas que no tenemos principios, pero la realidad es que además de proyectar “algo” la ropa que usas modifica tu pensamiento y te reprograma socialmente. Un estudio realizado por la Universidad de Columbia demuestra que la actitud de una persona cambia con el outfit que porta, ya sea que estemos en la oficina de una empresa o encerrados en nuestra casa; “La ropa formal se siente formal”, parte del efecto se produce por el estereotipo asociado a vestir formalmente, lo que llaman “power dressing”, es decir, la ropa hace que la persona se sienta poderosa y esto crea un efecto placebo.
Qué hombre no ha sentido la sensación de conquistar el mundo con un buen traje, te sientes galán e inteligente como el mismo James Bond, mujeres ustedes se han sentido sexys con un vestido rojo, cabello suelto y el lipstick rojo, tan sensuales como la misma Jessica Rabit, el poder del outfit actúa en nuestras mentes de forma similar a la reciente película “Zapatero a sus zapatos” donde Adam Sandler cuenta la historia de un hombre que se gana la vida reparando zapatos donde adquiere la habilidad de cambiar físicamente en aquellas personas a las que ha arreglado el calzado, al ponérselos.
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La vestimenta es una forma de comunicar nuestra personalidad, existen 7 estilos universales donde toda persona encaja en una ellas, al igual podemos tener de varios estilos pero dominará una sobre los demás, los estilos transmiten un mensaje y se dividen en:
1. Natural. Es un estilo simple que transmite accesibilidad, alegría, amabilidad, optimismo, enérgico, sencillo, comodidad y tranquilidad.
2. Tradicional. Este estilo nos comunica responsabilidad, confianza, organización, eficiencia, constancia y honestidad.
3. Elegante. Es un estilo muy refinamiento y de alto estatus. Transmite éxito, seguridad en si mismo, serenidad, cultura, autoridad, fiabilidad, esmero y confianza.
4. Dramático. Es el estilo que muestra exclusividad, elitismo y dominación. Genera una barrera o agresividad, muy seguro de si mismo, intenso, excitante, cosmopolita y atrevido.
5. Romántico. Es el estilo que tiene una mayor imagen que aporta calidez, amabilidad, gentileza, bondad, encanto, calma, paz, compresión, consideración y sensible.
6. Creativo. Es el estilo que se desmarca de lo convencional, es el que más llama la atención, que asume riesgos, que se sale del molde. Transmite innovación, aventura, ingenio, libertad, imaginativo y extraordinario.
7. Seductor. Este estilo nos evoca una llamada de atención. Transmite riesgo, provocación, sugerencia, atrae, tentador, retador y sugerente.
Mi consejo es que pulan su vestimenta a su esencia para lograr sus metas, pero este cambio tiene que ir acompañado de una imagen interna coherente, se necesita tener el empaque y el producto correctos para tener un alto impacto en el mercado.
“Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en verdad”. – Joseph Goebbels
