Ante el éxito mediático que significó el resultado del estudio realizado por Profeco al atún enlatado, que en el caso de algunas marcas contenían más del 50 por ciento de soya, el turno siguiente fue para las populares tortillinas de la marca Tía Rosa, que fueron analizadas en 2017 por la organización El Poder del Consumidor y que fue desempolvada por los medios los primeros días de abril, lo que la hizo viralizarse en diversos portales digitales.
Bastó que un solo medio publicara la información de los riesgos que representan para la salud la presencia de sulfato de aluminio y peróxido de calcio para que, una larga fila de medios digitales, se abalanzaran a replicaran la información presentada con una cabeza los suficientemente amarilla para llamar al tan perseguido click de los medios digitales:
“Tortillinas Tía Rosa pueden causar daño en los riñones y bronquitis; no tienen ningún nutriente”
De esta forma, tanto en medios digitales como redes sociales se retomó el tema para hablar de los daños que ocasionan a la salud la ingesta de uno de los productos predilectos para las quesadillas del fin de semana o la carne asada de la hora de la comida y que por su contenido de aditivos alimenticios le quitaban todo el atributo de caseras como reza su slogan: “Por su rico sabor casero”.
Información de Grupo Bimbo, empresa a la que pertenece Tía Rosa, da cuenta que la marca de Tortillinas y pan de dulce, tiene una historia de poco más de 30 años, pues nació en 1976 y fue “pionera en llevar tortillas de harina a todo México, convirtiéndose en la marca número uno, además de exportarlas a diferentes partes del mundo”.
Pese a su relativa corta edad, la misma naturaleza de la marca la ha posicionado como de gran tradición y donde sus productos incluso remiten a la nostalgia de sus consumidores al relacionar sus productos con el hogar de la infancia y las recetas de mamá, tal como lo expresaban en su interacción de redes sociales que hoy ante esta crisis mediática sobre uno de sus productos estrella permanece callada.
De hecho, la cuenta de Twitter de la marca no tiene actividad desde el 21 de enero de este año, mientras que en la de Facebook, pese a la activa conversación que Tía Rosa mantenía con sus “sobrinos” (como así solía llamar a sus fans), el post más reciente es del 30 de diciembre de 2018.
El ranking BrandZ Top 30 de las marcas más valiosas de México realizado en 2018 por WPP, Kantar Millward Brown y Kantar Consulting posicionaba a Tía Rosa dentro de su ranking de marcas mexicanas más valiosas, donde ocupaba el lugar número 28.
Sin embargo, recordemos que las empresas que no generan confianza entre sus consumidores pueden verse en serio peligro, sobre todo en un mercado cada vez más exigente, donde los consumidores digitales cuentan con mayor número de herramientas para investigar en minutos sobre los productos por los que pagarán.
Las marcas debe estar preparadas para responder a los consumidores que no se quedan callados y cada vez exigen más respuestas y respetos a sus derechos, sobre todo cuando el segmentos millennial que tiene la exigencia como una de sus características, representa el 31% de la población económicamente activa en méxico, es decir 37.5 millones de personas, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
La responsabilidad es también para los medios: pese a que el número de medios que retomó la nota fue bastante amplio, ninguno de ellos se dio a la tarea de ir hacia fuentes distintas a El poder del consumidor para explicarnos más a profundidad por ejemplo los efectos de los aditivos en la salud y no sólo quedarse con la salida fácil de una cabeza amarillista.