Un buen discurso, una buena entrevista, un mensaje bien estructurado tiene el poder de transformar la percepción sobre un tema, generando cambios significativos en la opinión pública y la toma de decisiones. A lo largo de la historia, hemos sido testigos de cómo líderes, activistas y figuras públicas han utilizado el arte de la oratoria para influir en las masas, abogar por causas importantes y desafiar narrativas establecidas.
La clave de un buen discurso radica en su capacidad para conectar emocionalmente con la audiencia. No se trata sólo de transmitir información; un orador eficaz utiliza historias, ejemplos y emociones para hacer que su mensaje resuene profundamente.
Por ejemplo, el icónico discurso de Martin Luther King Jr., “I Have a Dream”, no sólo planteó un caso lógico para la igualdad racial, sino que también pintó una visión esperanzadora y conmovedora del futuro, movilizando a millones de personas en la lucha por los derechos civiles.
Además, un buen discurso tiene el poder de desafiar prejuicios y cambiar perspectivas. Cuando Malala Yousafzai se dirigió a las Naciones Unidas en defensa de la educación de las niñas, no solo compartió su experiencia personal de sobrevivir a un atentado; también expuso las desigualdades sistemáticas que enfrentan millones de niños en el mundo, inspirando una acción global.
En mi experiencia, he visto que la estructura y el lenguaje también desempeñan un papel crucial. Un discurso efectivo suele ser claro, coherente y persuasivo, utilizando un lenguaje que sea accesible para la audiencia, pero también lo suficientemente poderoso como para generar impacto. La retórica, las pausas dramáticas y el uso de anáforas o repeticiones pueden amplificar la fuerza del mensaje.
Cuando hablamos específicamente de periodismo, la clave está en proporcionar datos de valor. En AARCO, la promotoría de seguros más importante de México, tuvimos la oportunidad de convertir una coyuntura con tono negativo, como era la falta de pólizas de seguros para los autos chinos, en un mensaje positivo.
¿Cómo lo hicimos? Ofreciendo una solución a los clientes que ya adquirieron un auto chino y necesitan resguardar su patrimonio, a través de alianzas estratégicas con empresas como Quálitas, que tiene más del 30% del mercado de seguros de autos en México y que brinda estas pólizas al este sector del mercado. Además, esta estrategia nos permitió empoderar a los agentes de seguros de AARCO que ahora saben cómo responder a las demandas de sus asegurados en cuanto a este tema.
Un discurso también puede fallar si no considera el contexto o las preocupaciones del público. Un mensaje que parece desconectado de las realidades de la audiencia o que carece de autenticidad puede generar rechazo, incluso si está bien elaborado técnicamente.
En un mundo cada vez más polarizado, la habilidad de dar un buen discurso es más relevante que nunca. Puede tender puentes entre diferentes puntos de vista, generar empatía y fomentar el diálogo. Ya sea en el ámbito político, social o empresarial, aquellos
que dominan el arte de la oratoria tienen la capacidad de liderar cambios y transformar la manera en que entendemos los problemas del mundo.
Un buen discurso no es solo una herramienta de comunicación; es un catalizador de cambio. En manos de un orador talentoso, las palabras tienen el poder de desafiar lo establecido, inspirar a la acción y, en última instancia, cambiar la percepción sobre un tema. En un momento histórico en el que la información abunda, pero la atención es escasa, los discursos bien elaborados siguen siendo una poderosa arma para influir y transformar.