Dedico esta columna a Ana S., Fernanda, Ana Lucía y Diego M., que me han hecho reflexionar sobre un punto de vista valioso, tema del día de hoy.
Como publicista sé y he comprobado que la repetición de una palabra, de una idea va creando en la mente de quien la escucha una profunda creencia. La mente la asimila, se acostumbra a ella y con el tiempo, la incorpora a su pensamiento.
Los chistes misóginos, por ejemplo, que parecen nimios, sin importancia y generan risa a quienes los escuchan sin pensar, entran como ladrones a nuestra mente y se roban la crítica que deberíamos hacer al respecto, acallan a la reflexión. Sin darnos cuenta nos dibujan y acostumbran a una estampa de la mujer que para mí, y por los resultados que esto genera, es totalmente incorrecta. Lo anterior provoca verlas como objetivos fáciles: acoso contra ellas, abusos, violaciones, asesinatos y falta de respeto.
Haya sido o no así, si el Gobierno dice que los que abuchean en el estadio son de la porra fifí, los que marchan a favor del aeropuerto nuevo son fifís, utilizando el término para nombrar a la clase alta mexicana y su uso es despectivo o de menosprecio, esta repetición se incorpora a la mente social y, por consecuencia, segmenta aún más al pueblo, señala y separa, no une, genera resentimiento y esto está lejos de ser democrático y correcto porque el pueblo no son los sabios ni los fifís, sino todos, todos somos el pueblo de México.
Joseph Goebbels sabía del poder de la palabra, creía en ella de manera absoluta, tanto así, que acuñó esta frase: “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Por desgracia, utilizó esta idea para persuadir sobre la ideología del Partido Nacional Socialista. Sólo piénsalo, con la repetición convenció al pueblo alemán de que los no arios eran seres inferiores, por decir lo menos.
Así, con estos ejemplos y haciendo una reflexión, más allá de tomar esto de la manera fácil: ¡qué exageración!, nos podemos dar idea del poder de la palabra, de que una idea repetida miles de veces, incluso por generaciones, adormece nuestra capacidad de análisis y esto es lo que debemos detener, evitar que siga influyendo en nuestra percepción si es que deseamos vivir en una sociedad de equidad, respeto, democrática y de libertad. Sin miedos.
Los medios de comunicación analizan el alcance y la frecuencia de los mensajes, porque ésta última logra penetración y, como especialista en copywriting, en redacción persuasiva, sé que el poder de la palabra es descomunal y bien manejada, logra que las personas piensen y crean lo que deseas.
Cuida a las palabras y ellas cuidarán de las mujeres y del resto de la sociedad.
Hasta el próximo miércoles.