Para mediados de la década que comienza en 2030, la Royal Dutch Shell, el gigante petrolero conocido mundialmente por su marca principal (Shell), tiene un objetivo que no ubica al crudo ni al gas como protagonistas principales.
En efecto, uno de los grupos de petróleo más grandes pretende convertirse en la mayor compañía eléctrica del planeta.
El cambio radical en su planificación a largo plazo tiene directa relación con una alteración fundamental en los suministros mundiales de energía hacia fuentes bajas en emisiones de carbono.
El negocio que aspira formar tendrá, si finalmente lo logra plasmar, el mismo volumen de operaciones que el que hoy tiene gracias a la extracción, refinamiento de petróleo, y a la extracción y distribución de gas. Además de otros productos químicos.
Lo dijo Maarten Wetselaar, director de gas y nuevas energías de Shell. También aseguró que en nuevo negocio de la energía de la compañía incluirá el suministro de energía eléctrica a clientes residenciales y comercios, además de la fabricación de equipos, publicó el Financial Times.
En la conferencia CERAWeek de Houston de principios de marzo, Wetselaar detalló que si Shell logra su objetivo, se convertirá en “la compañía de energía más grande del mundo”.
¿Cómo?
Shell tiene el poder de lograrlo gracias a la fuerza de su marca y a su presencia internacional. “Con nuestra marca, nuestra presencia global y la íntima relación de la generación de energía con nuestro negocio de gas, podemos conseguir el combustible más barato en cualquier parte, deberíamos poder ganar”, dijo el ejecutivo.
Wetselaar habló de las “desventajas” en la que estarán sus competidores, que son los actuales proveedores de energía. Para el directivo de Shell, los planes de producción y mercadotecnia de sus rivales “serán obsoletos porque estarán atados a modelos de negocios obsoletos, con plantas de carbón y nucleares y una filosofía muy centralizada”.
“Vemos que el futuro grupo de clientes es mucho más descentralizado, con personas con baterías en su sótano, paneles solares en el techo y que necesitarán que los ayudemos a optimizar el uso de la energía, no sólo a proveerla”, agregó.
Para 2020, Shell planea invertir entre US$ 1.000 y US$ 2.000 millones al año en nuevas tecnologías de energía, incluida la electricidad. La generación eléctrica es todavía una fracción mínima del gasto de capital anual del grupo, que asciende a unos US$ 25.000 millones.
Según Wetselaar, esa fracción menor que hoy invierten en la generación de energía eléctrica ha sido, hasta ahora, sólo para “probar la hipótesis” de que Shell puede tener éxito en la electricidad.
El mega plan de Shell nace una respuesta a un esperado cambio en la matriz energética del mundo hacia un uso mucho mayor de la electricidad, desde un 20 por ciento en la actualidad, hasta un 50 por ciento, o más.
El negocio de Shell: hoy y mañana
Los números actuales de Shell indican que el 65 por ciento lo representa la producción y refinación de petróleo, el 25 por ciento es el gas y el 10 por ciento, productos químicos y otras operaciones.
Para la década de 2030, podría ser del 30 por ciento repartidos en partes iguales entre el petróleo, el gas y la electricidad, con un 10 por ciento para los productos químicos.