Los altos índices de contaminantes que obligaron a las autoridades de la CDMX a decretar la contingencia ambiental extraordinaria hace un par de semanas, fue razón para poner en la mira a los responsables de esta emergencia.
A decir del gobierno local y la Semarnat, la principal causa de la brumosa situación fue el excesivo número de incendios en territorio de la capital y el Estado de México. La humareda fue tal que llamó la atención de la NASA, quien publicó una foto vía satélite de la república cubierta por una espesa capa de humo tóxico. Sin embargo, la industria tiene una responsabilidad importante, y los encargados de la comunicación de las marcas debemos poner especial interés para fomentar acciones que no sólo sumen a revertir el daño ambiental, sino también en difundir estas acciones hacia la sociedad civil.
La Secretaría del Medio Ambiente divide las principales fuentes de contaminantes en cuatro categorías: las fuentes puntales, que incluye comercios, industrias y servicios regulados; las fuentes de área, que incluye instalaciones pequeñas pero numerosas, como las domésticas, las de combustibles, solventes y residuos sagrícolas y ganaderos; las fuentes móviles, que contemplan cualquier tipo de vehículo a gasolina y las fuentes naturales, producidas por los procesos de la vegetación y los suelos.
De esta manera, el transporte público y privado de la ciudad contamina en un 60 por ciento, la industria 24 por ciento, las residencias 13 por ciento, y los servicios 3 por ciento.
En una realidad en donde casi cualquier actividad económica deja su pequeña, mediana o grande huella de carbono, hay razón suficiente para que las empresas diseñen y empleen programas de sustentabilidad para reducir su responsabilidad en la emisión de contaminantes y el cambio climático y, además, sepan comunicarlo asertivamente para mantener o mejorar su reputación.
Ejemplo de alguien que intentó lo anterior es McDonalds en Suecia, quien recientemente inauguró su sucursal más pequeña del mundo; se trata de una réplica a escala de uno de esos restaurantes, pero en tamaño diminuto, en el que no se servirán hamburguesas, sino miel, para los cientos de abejas que quieran comida.
La idea de fomentar el cuidado de las abejas a través de esta táctica, surgió de las mentes creativas de la agencia de publicidad sueca NORD DDB, quien encontró un área de oportunidad para acentuar el compromiso de McDonalds con el medio ambiente, pues la cadena de restaurantes anteriormente ya había colocado colmenas en sus azoteas para favorecer la existencia de las abejas, especie que está amenazada y que provoca especial alerta entre los científicos.
La táctica de miniaturizar un restaurante cuyos comensales son abejas resultó asertiva para la firma de los arcos dorados, quien sumó puntos a su reputación.
Un punch mediático y viral como este es ejemplo perfecto para que a la opinión pública perciba a McDonalds como una marca comprometida. Resultó útil, por ejemplo, para hacer a un lado la idea de que las industrias hamburgueseras y cárnicas son unas de las más contaminantes.
Tanto a McDonalds como a Burguer King se les ha acusado de abusar de químicos tóxicos para destruir selva tropical con el fin de tener terrenos de pastoreo para el ganado.
En 2016, Greenpeace Internacional publicó una investigación que denunciaba que el comercio mundial de soya está contribuyendo a la destrucción del Amazonas, y algunas de las cadenas de comida compran ganado alimentado con este grano.
De acuerdo con un estudio de la organización grain.org, las corporaciones cárnicas están por convertirse en los peores contaminantes del mundo en las próximas décadas, pues el sector ganadero podría consumir el 80% del presupuesto anual de gases de efecto invernadero del planeta para el año 2050.
Así, estas buenas intenciones de una marca global como McDonalds son ejemplo del poder que tiene una buena estrategia de comunicación, publicidad, mercadotecnia y relaciones públicas, pues se demuestra el poder que estas herramientas tiene sobre la opinión pública y los consumidores.