En un contexto donde las redes sociales amplifican tanto la información útil como las fake news, los vacíos comunicativos no solo agravan el caos, sino que erosionan la confianza pública, un daño difícil de reparar.
El fenómeno de las fake news no es nuevo, pero su capacidad de viralizarse en momentos de crisis, como lo ocurrido con mensajes falsos sobre el estado del radar de Valencia o el agua potable, ilustra la necesidad urgente de estrategias comunicativas robustas. Según expertos como Alexandre López-Borrull, estas noticias falsas no solo juegan con las emociones y el miedo, sino que también sirven agendas políticas que buscan polarizar y deslegitimar a las administraciones.
Caso paralelo: los incendios en Hawáii
Un caso similar ocurrió durante los devastadores incendios en Maui, Hawái, en 2023. En esa ocasión, la ausencia de alarmas oficiales y una deficiente coordinación de mensajes dejó a los residentes expuestos al peligro. Además, circularon rumores infundados sobre el inicio de los incendios, lo que distrajo recursos y atención de las soluciones reales. Ambos casos destacan cómo las crisis mal gestionadas pueden convertirse en desastres comunicativos con consecuencias políticas y sociales.
Claves para mejorar la comunicación en emergencias
Mensajes claros y directos: Es crucial diseñar alertas fáciles de leer y comprender. Frases cortas, palabras clave destacadas y un tono imperativo pueden marcar la diferencia.
Multicanalidad: Las instituciones deben usar redes sociales, medios tradicionales, sistemas de alerta móvil y geolocalización para llegar al mayor número de personas.
Tiempo de reacción: Comunicar a tiempo es tan importante como el contenido. Un aviso tardío pierde efectividad y puede ser letal.
Evitar la ambigüedad: Las alertas deben ser inequívocas, proporcionando acciones claras y concretas para la ciudadanía.
Monitoreo constante: Es fundamental combatir las fake news en tiempo real, colaborando con plataformas sociales para reducir su alcance.
Reputación institucional: un activo en riesgo
La gestión comunicativa en emergencias tiene un impacto directo en la reputación de las instituciones. Como señala Ferran Lalueza, una comunicación deficiente o tardía genera percepciones de incompetencia o negligencia, dañando la confianza pública. Reconstruir esa confianza puede llevar años o incluso ser imposible.
Conclusión
La DANA en Valencia y otros desastres recientes subrayan la necesidad de una comunicación eficaz y transparente durante las crisis. Las instituciones deben actuar con rapidez y claridad para no solo proteger vidas, sino también salvaguardar su credibilidad y legitimidad. En un entorno donde la desinformación prolifera, la proactividad y la planificación son las mejores herramientas para garantizar una respuesta efectiva.