Pareciera que ningún fenómeno podría dominar tan ampliamente los medios y las redes sociales en este 2020 como la pandemia del coronavirus; la mayor enfrentada por la humanidad. Es un suceso que se ha repetido en la historia con un intervalo de 100 años o más entre las diferentes enfermedades que han afectado a la humanidad. La COVID-19 cambió nuestras vidas y nuestro estilo de vida de movilidad urbana, viajes y entretenimiento masivo, sujetándonos a reglas de confinamiento y aislamiento social.
Sin embargo, el asesinato de un hombre afroamericano por parte de la policía de Minneapolis ha desatado la mayor crisis de violencia en los Estados Unidos en décadas. El hecho no es de ninguna forma aislado, la lista de hombres jóvenes afroamericanos asesinados por la policía local en diferentes ciudades de los Estados Unidos es larga. En prácticamente todos los casos se trata de incidentes menores con la policía que evolucionaron hacia un uso de la fuerza irracional que causaron muertes totalmente innecesarias.
Las circunstancias de la muerte de George Floyd son tan increíbles que contribuyen en mucho a la explosión del fenómeno en redes sociales y en los medios tradicionales. George fue sometido por la policía por pagar con un billete falso de $20 dólares, algo que cualquier persona podría hacer, incluso sin percibir. Por esa ofensa menor, George fue sometido por un policía blanco que colocó su rodilla en el cuello hasta que George murió por asfixia.
La muerte de George trajo una ola gigantesca de reacciones en redes sociales. En estos últimos días, antes de la publicación de esta columna, algunos de los asuntos relacionados con la muerte de George Floyd y las protestas subsiguientes han conseguido hacer que las conversaciones por el coronavirus y la cuarentena pasen a un segundo plano. Inclusive, la fuerte reacción del presidente Donald Trump, a través de su cuenta de Twitter, ha agregado momentum al tema. Al tratar a las protestas por la muerte de George Floyd como actos de terrorismo doméstico, el mismo presidente ha desatado muchos comentarios negativos en su contra. Esto ha llevado a Estados Unidos a su mayor crisis de violencia civil en muchas décadas. El espectáculo mediático de protestas que han llegado hasta la misma Casa Blanca, el presidente refugiándose en su búnker subterráneo y después emergiendo rodeado de cientos de agentes del servicio secreto ha sido seguido por audiencias a lo largo de todo el mundo. El clima de polarización entre el presidente Trump y los miles de manifestantes en las calles parece alimentar un fuego que parece arder sin control.
El fenómeno de George Floyd parece ser aquella gota que derramó el vaso en una época en la que la paciencia de la sociedad parece debilitada, tras meses de confinamiento y aislamiento social. Los ánimos de las personas, después de todos los temores de desempleo y después de un aislamiento social que parece no terminar nunca, no están para reaccionar con mucha paciencia ante fenómenos como la muerte de aquel hombre. Quizá en esa “nueva normalidad” post pandemia debemos de estar conscientes de que los fenómenos sociales son amplificados y pueden convertirse en fenómenos fuera de control. Salir del aislamiento con rabia por un hecho traumático como el de George Floyd parece ser el caldo de cultivo para la radicalización de posturas ante hechos que ofenden a la sociedad. Muchos de estos, como el racismo, ya estaban allí, ya existían y de alguna forma eran tolerados, sin embargo, en este escenario post pandemia, la mecha de las personas parece ser muy corta.
¿Estamos ante un nuevo orden mundial? ¿Estamos realmente ante un mundo en el que los crímenes y la violencia que era tolerada por la sociedad será menos soportada en un mundo después de la pandemia? Parece ser que el activismo de las personas para salir a defender sus derechos está yendo mucho más allá de lo que las autoridades tradicionalmente podrían controlar. Este fenómeno en donde las “benditas redes sociales” juegan un papel para la organización de protestas civiles es ampliamente conocido, quizá, lo nuevo es tener una polarización aún mayor a la antes observada. Además, también tenemos un fenómeno de mayor radicalización de ciertos grupos dentro de las protestas, a los que Donald Trump calificó como terroristas.
Y para terminar de cocinar este cóctel explosivo por la muerte de George Floyd, reaparece el grupo de hackers Anonymous para denunciar a la brutalidad policiaca como una forma de opresión global. Anonymous amenaza divulgar secretos de gobiernos y de autoridades en todo el mundo como una contribución hacia el desmantelamiento de la fuerza policiaca y la creación de un nuevo orden. No cabe duda de que 2020 ha sido un año lleno de sorpresas, muchas de ellas, negativas. Esperemos que la reacción a la muerte de George Floyd sea la luz de esperanza que nos haga despertar y erradicar para siempre fenómenos como el racismo y la violencia contra la comunidad afro-descendiente.