Los recientes acontecimientos vividos en la frontera sur del país, a más de uno, nos lleva a cuestionarnos el papel que tenemos frente a la posibilidad de ejercer nuestro nacionalismo, ante un mundo en tendencia globalizado. Y no es que sea visto como un error proteger las fuentes de trabajo, la seguridad y otros temas diversos que surgen a raíz de las migraciones.
Es importante entender que los desplazamientos y cambios de residencia de grupos humanos, de unas zonas a otras, han sido constantes desde la prehistoria. Nomadismos, invasiones, peregrinajes, expediciones comerciales y colonizaciones, han construido el mundo que hoy conocemos.
Las grandes migraciones han sido un parte aguas para la generación de nuevos mercados, tendencias de consumo y creación de necesidad dentro de los diferentes sectores productivos.
Al 2015 la cantidad de personas de origen mexicano que vivía en Estados Unidos equivalía a la suma de todos los habitantes juntos del Estado de México, Veracruz, la Ciudad de México y San Luis Potosí, según estimaciones del Pew Research Center.
Por otra parte 2017 fue el año que más remesas han mandado los mexicanos viviendo en el exterior, con 28 mil 771 millones de dólares.
Para darnos una mejor idea, las remesas continuamente superan los ingresos que llegan a México por las exportaciones petroleras o el turismo.
Con lo anterior podemos entender, que si bien, la migración puede ser vista como un problema para unos, no lo es tanto para otros.
La gran mayoría de quienes vivimos en México tenemos al menos a un familiar o amigo en el extranjero por ello hoy debemos estar muy atentos al nacionalismo que nos acosa contra la globalización que nos invade.
Adquiere relevancia identificar a las oportunidades que estas actividades humanas pueden provocar para la marca, planteándonos las estrategias adecuadas para responder a los cambios de comportamiento y consumo que nos demande el mercado.