Los slogans son parte casi indivisible de una marca. Sin ellos, están vacías, sin alma. Basta con mencionar a Nike y su reciente celebración (polémica, por cierto) de los 30 años del que ha sido unos de los slogans más famosos de la historia: Just do it.
En comunicación política, los slogans son muy amplios en cuanto a contenido: “El poder está en tu voto”, “Entre todos lo lograremos”, “El poder del cambio”, “La alternativa que asegura el futuro”. Según el candidato y de acuerdo a si buscan la reelección o son parte de la oposición, se apela a conceptos como gestión y continuidad, o hacia cambio, libertad, constitución, república y honestidad, por caso.
El “Yes We Can” de Barack Obama, por ejemplo, fue copiado en muchas partes del mundo, como en Argentina, donde la alianza gobernante Cambiemos utilizó el “Sí se puede”.
En las estrategias de una marca, el slogan juega un papel fundamental ya que este elemento se ubica como un gran difrenciador al transmitir en una frase las principales características de la firma/candidato así como la idea central de lo que se quiere comunicar.
Sin embargo, ante la evidente saturación de información, se buscan alternativas y no siempre se logra algo creativo.
Veamos este ejemplo en Argentina, donde el concejal de San Miguel (Buenos Aires) por el partido Unidad Ciudadana, Juan José Castro, lanzó su campaña para intendente para 2019. “Desde su espacio salió a cubrir las calles de San Miguel con afiches que llevan el lema de “No tengo slogan, tengo proyectos”, publicó El Primero Noticias.
Así es, el slogan es “No tengo slogan, tengo proyectos”, un lema “metarreferencial”, como dijo @maritagrillo en la red social Twitter.
Sin eslógan. Metarreferencial, @marioriorda pic.twitter.com/19mK2YJvMF
— marita (@maritagrillo) 6 de septiembre de 2018
En Perú
En Perú, hace unas semanas, una candidata (Yessica Procil Montalvo) organizó como parte de su campaña una boda para casarse con un sujeto disfrazado de blanco, con una banda donde se lee “honestidad”. Así es: se casó con la “honestidad”.