En un mundo donde la originalidad parece cada vez más escasa, la industria del entretenimiento ha encontrado un refugio seguro en el marketing de la nostalgia. Esta estrategia, que apela a los recuerdos y emociones del pasado, se ha convertido en una herramienta poderosa para captar la atención de nuevas audiencias y reconectar con aquellas que crecieron con ciertos iconos culturales.
Y es que en México, el valor de mercado de la industria del entretenimiento y medios en en 2021 alcanzó aproximadamente 24 mil 500 millones de dólares estadounidenses, y se espera que el valor de dicha industria supere los 33.000 millones de dólares en 2026.
Pero, ¿hasta qué punto es una estrategia válida y en qué momento se convierte en una explotación comercial vacía? Recordemos algunos ejemplos. Jurassic Park regresó en una nueva era de efectos especiales; Ghostbusters resucitó con nuevas generaciones de cazadores de fantasmas; Star Wars, bajo la batuta de Disney, revivió la galaxia para atraer tanto a viejos como a nuevos seguidores. La televisión también ha sabido explotar este recurso con series como Cobra Kai, que transformó la nostalgia por Karate Kid en un fenómeno cultural contemporáneo.
“Consumir medios nostálgicos de todo tipo nos da una forma de pensar sobre quiénes somos y nos ayuda a dar sentido a nuestro propósito en la vida”, afirma Krystine Batcho, profesora de psicología del LeMoyne College (en Nueva York, Estados Unidos) e investigadora de la nostalgia desde hace mucho tiempo.
El atractivo de la nostalgia radica en su capacidad para evocar una sensación de seguridad y felicidad, una especie de refugio emocional en tiempos de incertidumbre. Las marcas y los estudios han sabido capitalizar esto, no solo trayendo de vuelta franquicias, sino adaptándolas para nuevas audiencias. No se trata simplemente de repetir historias del pasado, sino de renovarlas con elementos actuales que las mantengan vigentes.
Por ejemplo, el éxito de Apple en el uso de historias para hablar a sus clientes de lo que de otro modo podría ser un tema bastante complejo y frío: la tecnología. Apple podría señalar todas sus súper características tecnológicas (lo que quizá bastaría si sólo se dirigieran a expertos en tecnología) pero es mejor contar historias sobre lo que esas funciones le permiten hacer a una persona común.
Otro ejemplo exitoso es la campaña Nos vemos en Starbucks, donde nos muestran a gente común en sus cafeterías en más de una veintena de ciudades, viviendo pequeñas historias sobre compartir, entendimiento, inicios, celebraciones, nuevos amores, amores duraderos, reconciliaciones, reuniones, etc., que les permiten transmitir de un modo muy emotivo que el café es un excelente pretexto para encontrarse y que Starbucks es un lugar neutral, abierto a la diversidad y donde todos pueden estar cómodos.
¿Qué recursos debemos incluir en nuestra comunicación?
o Un color.
o Una película, juego, libro, meme o personaje.
o Una época del año: el viaje de esquí, la escapada a la playa, mantenerse cálido, fresco.
o Una textura (para proponer por ejemplo una colección de artículos suavecitos, esponjosos, moldeables, etc.).
o Un tipo de material: natural, inoxidable, vidrio, etc.
o El origen: Por ejemplo, la historia del artista, artesano o diseñador, o incluso de la marca.
o Lo ecológico: natural, reciclado, respetuoso con el medio ambiente.
o Pasos y materiales para hacer algo: cómo crear un espacio específico, cómo hacer un proyecto.
o Días de fiesta (claro, más allá de los habituales).
o Cualquier emoción, romance, alegría, emoción, risa.
o Hecho en México, hecho con amor, hecho localmente.
o Un patrón: blanco y negro, rayas, lunares, animales prints.
Sin embargo, el marketing nostálgico también tiene su lado oscuro. Cuando se abusa de esta estrategia sin ofrecer un contenido genuinamente innovador, los fans pueden percibirlo como un simple “cash grab” (un intento descarado de hacer dinero). Ejemplos de esto abundan: remakes innecesarios, secuelas sin alma y reboots que carecen del espíritu original. En estos casos, la nostalgia deja de ser un puente entre generaciones para convertirse en una mercantilización cínica de nuestros recuerdos.
El desafío para la industria del entretenimiento es claro: si bien la nostalgia es una herramienta poderosa, su uso debe ser medido e inteligente. Revivir un clásico solo tiene sentido si se aporta algo nuevo, si se respeta su esencia y si el regreso está justificado. En un mercado saturado de franquicias recicladas, lo que realmente destacará será la creatividad con la que estas historias sean reinventadas. De lo contrario, corremos el riesgo de convertir nuestro pasado en una fábrica de productos desechables.
Y usted, querido lector, ¿qué recuerdos del entretenimiento lo han marcado y cuáles cree que han sido revividos con verdadero respeto por su legado?