Santiago, Chile.- Voy al supermercado y una vocecita me susurra al oído que busque un par de velas “por si acaso”. “No creo en brujos, Garay, pero que los hay, los hay” pienso, mientras el marketing del fin afecta mi rutina en el local. Me dirijo al pasillo indicado y no las veo por ninguna parte, busco hasta que me topo con un chico del personal que apunta hacia un gran espacio, a la vez que dice “revise al fondo, creo que quedaba un paquete. La gente se las ha llevado todas”. Luego voy a los enlatados y la historia se repite, no en la misma medida, pero casi. Entonces caigo en cuenta que, aunque lo nieguen, gran parte de los consumidores cree en la posibilidad de un cataclismo, del fin del mundo o al menos en los tres días de oscuridad anunciados para el 21 de diciembre.
Pero no todo es tan angustioso ante la llegada de esta fecha. El marketing del fin ha sacado buenos dividendos. Hay fiestas temáticas, programas de radio , aplicaciones para FB y marcas, como Axe, que no sólo han presentado comerciales relativos al tema, sino que además sacaron productos temáticos.
Las fiestas son lo que, por esta fecha, provoca más interés. Basta digitar “fiesta del fin del mundo” en FB o en Google y aparecerán decenas de instancias para terminar juntos el ciclo. Uno de los más curiosos, a nivel nacional, este sitio que utiliza la frase completa y que cuenta las horas y los minutos para la ocasión.
Cabe preguntarse ¿qué sucedería si fuese cierto? Lo más probable es que, quienes sobrevivieran al cataclismo no tardarían en comenzar a comerciar con lo que tuvieran a mano y en ese punto, seguramente renacería el marketing. Sí, porque en cada transacción requeriríamos de toda nuestra creatividad para que el otro eligiera nuestros productos, presentándolos como la mejor opción, para obtener a la vez lo que nosotros necesitamos.
Aunque el mundo no lo reconozca, el marketing siempre ha formado parte nuestra historia y aún si llegase el fin, con el renacimiento del ser humano volvería probablemente aún con más fuerza.