Aunque es un término añejo, de los años 80s, al igual que el boom del narco, cuando le dio la vuelta al mundo como actividad criminal, el marketing de guerrilla es una técnica básica pero efectiva para las marcas, la cual consiste en artículos promocionales de un producto pero en escenarios cotidianos, que pueden ser desde un muro en la calle hasta un baño público.
Durante la promoción de su cuarta temporada de Narcos, Netflix ha estado desplegando el marketing de guerrilla en distintas ciudades del mundo, donde la producción podría tener más éxito, como en España, donde en un anuncio inusual en una de las zonas más icónicas de la ciudad colocó la frase “Oh, blanca navidad” con la imagen del narcotraficante Pablo Escobar de fondo, y más tarde lo volvió a hacer con otro cartel “Sé fuerte, vuelve narcos”.
Posteriormente, en París, Francia, Netflix volvió a sembrar la polémica cuando diseño e instaló en una de las calles principales de esa ciudad un reloj de arena, cuyo ciclo terminaba cuando se estrenaba la cuarta temporada, el pasado 1 de septiembre.
Quizá para apelar a su producción como elemento extra y con una técnica rudimentaria como el marketing de guerrilla, Netflix no pareció buscar reducir costos, pero sí llamar la atención de los admiradores de la serie, los usuarios de la plataforma, y de paso volverse viral en redes sociales.
Netflix parece continuar con su estrategia de promoción de la cuarta temporada de Narcos de otra forma peculiar, al colocar calcomanías en clubes nocturnos de ciudades de Estados Unidos, como Los Ángeles, Chicago, Nueva York y Miami, algunas en tercera dimensión, las cuales hacen alusión al consumo de la cocaína.
La nueva estrategia de marketing de guerrilla se vuelve interesante, ya que durante la década de los 70 y 80s, esas mismas ciudades fueron el destino de las drogas, como cocaína y marihuana, entre otras, de narcotraficantes como Amado Carrillo, Pablo Escobar o Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Aunque las calcomanías hacen referencia en todo momento a la serie Narcos, despertaron la polémica de usuarios en redes sociales, quienes señalaron que “era una apología al narcotráfico” o que “solo busca abrir heridas del pasado que no terminan de cicatrizar”, e incluso de algunos optimistas del marketing, quienes apuntaron que la campaña solo se está enfocando en Colombia, lo cual podría estigmatizar al país, cuando esa actividad criminal involucró a más países latinoamericanos.
La encargada de dicha campaña fue la agencia DonerLA, de Los Ángeles, y sus diseños fueron calcomanías y espejos, los cuales fueron distribuidos en las principales ciudades de Estados Unidos.