Internacional.- Me apena reconocerlo, pero el título de esta nota no es sólo un enunciado, sino una verdad absoluta. En varias oportunidades he comentado el machismo imperante en publicidad, que no es otra cosa que el reflejo de la sociedad. Aunque ésta haya cambiado aparentemente, la esencia de las personas (o su educación ancestral) sigue siendo la misma. Muchos comerciales lo evidencian, algunos dan vergüenza ajena; otros dan risa.
Las mujeres tomamos la decisión de compra en un 80% de las veces, por tanto los productos casi siempre nos hacen un guiño, pero algunos, como todo lo referido a la limpieza hacen un burdo llamado a un rol que pocas cumplimos solas, por ejemplo. ¿Es que acaso ellos no lavan la vajilla, ni son capaces de cocinar o hacer la limpieza en casa? Tal vez si los viéramos realizando esas labores en un comercial, nos encantaríamos un poco más con el producto. En lo personal, no se me ocurriría comprar marcas como la de los siguientes avisos.
En el otro lado de la moneda, está el refuerzo al “macho”, que puede tener mucho de humor, pero que, psicológicamente, apela al sentimiento de “poder” de ellos. ¿Realmente comprarán un desodorante porque les permite ser más fuertes o tener más mujeres? Aquí hay dos grandes producciones que demuestran esta visión.
Es claro que el mensaje va a un público objetivo determinado, pero ¿no sería hora de que valoráramos un poco más al ser humano como tal, sin distinción de sexos y comenzáramos a reforzar los cambios de los últimos siglos también en publicidad? Te dejo la inquietud.