Con preocupación observamos cómo Sudamérica integra cada vez más países al túnel de la crisis. Primero fue Venezuela, en donde Nicolás Maduro no encuentra su salida ante los embates de la oposición (cada vez más efectiva), liderada por Juan Guaidó. Le siguió Argentina, con su reciente proceso electoral en donde, a raíz de las devaluaciones del peso, los saltos inflacionarios y el aumento de la pobreza, terminó la carrera de Mauricio Macri que se planificó para un proyecto de 20 años y ahora queda trunco; de esta manera llega al poder, de la Casa Rosada, Alberto Fernández apoyado por Cristina de Kirchner.
En Brasil, Jair Bolsonaro, el ultraderechista que tiene con la salida de Lula Da Silva de la cárcel a un fuerte opositor que le hará la vida imposible políticamente hablando lo cual presagia tormentas en el país amazónico.
Bolivia, con el tema del “golpe de Estado” y la gran inconformidad de su gente por esta situación provocada por su eterno líder, Evo Morales (14 años en el poder y exilado en México), tiene a este país al borde de un nuevo proceso electoral que ha convocado, por lo pronto, su nueva líder, Jeanine Áñez.
Chile sigue incendiado por las violentas manifestaciones sociales provocadas primero por las alzas al transporte y después por la oposición a las políticas públicas de Sebastián Piñera.
En el más reciente capítulo de esta trama que bien pudiera llamarse “la rebelión del cono Sur”, Colombia sale a la misma plataforma de lanzamiento de manifestaciones y exige más empleos para sus jóvenes, en independencia de que este país es de los que más crece en América con 3.5% anual, no les alcanza para reducir el desempleo. Los cafetaleros no habían vivido en los últimos 42 años una situación similar que incluye un paro nacional y la destrucción de 76 estaciones de transporte de su sistema Transmilenio. ¿Qué piden los ciudadanos a su presidente, Iván Duque?
La respuesta a esta pregunta no dista mucho de lo que solicitan el resto de los países latinoamericanos en crisis: cerrar las brechas sociales, acabar con la pobreza y luchar contra la corrupción.
Un politólogo colombiano apunta: “Estoy protestando por la indignación que me causa este gobierno, por la falta de visión, de liderazgo, profundidad, por los lugares comunes y los discursos vacíos, por decir que nos escucha, (Duque) cuando en verdad militariza la ciudad”.
Hasta el momento podemos deducir que Sudamérica camina sin rumbo por dos veredas principalmente. La primera, por una falta de estrategia de cabildeo y comunicación política, y la segunda por la falta de pericia de sus líderes en temas económicos y apoyos sociales que se requieren. Si bien buena parte del orbe atraviesa por malos momentos económicos, en estos países sus ciudadanos empiezan a desesperarse más rápidamente.
¿Se pudieron haber evitado estas crisis en las mencionadas naciones?
Es posible y veamos el siguiente planteamiento.
La fórmula que utilizan algunos otros países para mantener el equilibrio sigue siendo válida:
1. Se debe establecer un plan de trabajo que sea claro para todos y se difunda ampliamente. Dicho documento debe contener un cronograma de trabajo y un presupuesto que cubra convenientemente todos los rubros.
2. Es imperioso diseñar una estrategia de comunicación que permita lograr un nivel conversacional con los habitantes de cada país. Comunicar, convencer e involucrar.
3. Integrar una red de aliados sociales para formar con ellos consejos ciudadanos que le permitan tener a los países citados lo que ahora les falta: gobernabilidad.
Esperemos que nuestros amigos de Sudamérica encuentren pronto los canales de diálogo social que les traiga paz y armonía.
Nos encontraremos más adelante.