Por Luis Miguel Martínez
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Una tendencia para esta década es el aprovechamiento de las telecomunicaciones para el mejoramiento del medio ambiente y por ende de la calidad de vida de los habitantes de las grandes urbes como la ciudad de México. Aunque el concepto es muy romántico e inspirador, la implementación fácilmente termina en dos aspectos igualmente importantes: reducción de contaminantes y reducción del consumo energético. ¿Es posible pensar en otras acciones que mejoren el medio ambiente usando las telecomunicaciones?
La Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU) /* que dentro de la estructura de las Naciones Unidas, es el máximo órgano en esta materia */ durante la reunión de plenipotenciarios en Guadalajara en 2010, reconoció la necesidad de una infraestructura que en una economía de banda-ancha fuera más “verde” y “amigable” con el medio ambiente. En las reuniones realizadas se sugirió que las telecomunicaciones conforman alternativas a otras tecnologías que consumen más energía /* y parece ser que esta es la línea de pensamiento de muchos … tal como en el guión de Apollo XIII … “la potencia lo es todo” */. De acuerdo con la ITU aún se deberán desarrollar equipos, aplicaciones y redes que sean más eficientes en el aprovechamiento energético. Basta un ejemplo, en las redes inalámbricas, la cantidad de energía que habilita la red no es aprovechada al 100% por los equipos, por lo tanto hay un desperdicio. Y por supuesto, siempre habrá alguien que dirá que sólo son miliwatts … mismos que sumarán Watts hasta llegar a kilowatts y megawatts. La ITU considera otras posiblidades como la implementación de plataformas para la observación ambiental, incluyendo el monitoreo del clima y el uso de las telecomunicaciones para alertar a la población en el caso de eventos de clima externo.
Sin lugar a duda, una gran aportación de las discusiones de la ITU al respecto, es sugerir que las telecomunicaciones permiten implementar métodos de trabajo con mayor eficiencia energética. Esto es, que estas tecnologías nos permitirán hacer nuestro trabajo con menor desperdicio de energía; también habrá que agregar que con menos contaminación. Consideremos el teletrabajo como una oportunidad que nos presentan las telecomunicaciones. Al evitar el uso del automóvil, estaríamos reduciendo el consumo de combustibles fósiles y entraremos de lleno en la lógica de las 4 R’s (reducir, reusar, reciclar, reparar). Incluso al reducción de contaminación no es lineal, pues se reduciría el potencial de generar embotellamientos /* que es donde más se contamina en las grandes ciudades */. El teletrabajo, nos permitiría ser más eficientes pues si hay disciplina en el home-office hay menos distractores. Basta ver los resultados de JetBlue (aerolínea de bajo costo en EE.UU.) al implementar teletrabajo para los agentes de reservaciones. /*claro siempre sale la discusión de la seguridad social */. Desafortunadamente, en la lógica 1.0 de los muchas organizaciones, aún es requisito ver al trabajador ahí pese a que esté jugando Angry Birds o su predecesor cronológico MineSweeper. El home-office, replanteará la mercadotecnia pues habrían nuevas oportunidades para el posicionamiento de los productos o servicios. Esta forma de trabajo, tiene otras consecuencias económicas, pues hay una optimización de recursos y por ende reducción de costos. Insisto, no hay que emocionarse más de la cuenta pues en general la sociedad no está lista para este tipo de trabajo aún.
Las telecomunicaciones mantienen vivo el espíritu de mitigación del cambio climático en una forma eficiente, comenzando con la difusión de la información de este fenómeno hasta la implementación de redes para la ayuda en caso de desastres. Evidentemente, se requiere un cambio de hábitos y uno podría ser el trabajo a distancia.
Ahora más que nunca, requerimos estar conectados y contar con las habilidades requeridas. Conviene revisar que podemos hacer con Skype (telefonía por IP), Adium / MSN Messenger (chat), Twitter (microbloging).
