Por Luis Miguel Martínez
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Uno de los temas de actualidad en los ámbitos de la tecnología y de la cultura a favor del medio ambiente es el impacto de las TICs (tecnologías de información y comunicación) en el medio ambiente. Hay que reconocer que este impacto ha sido positivo y negativo, pero sin duda se está dando un cambio para transformar aquello que daña el medio ambiente.
En la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible Río+20, se enfatizaron tres áreas de mejoramiento que reduzcan el impacto de las TICs en el medio ambiente.
En primer lugar, la eficiencia energética, de forma tal que se aprovechen los beneficios de los edificios inteligentes, los sistemas de transporte y los hogares también llamados inteligentes.
En segundo lugar, la accesibilidad a la energía, principalmente a través de la implementación de sistemas de monitoreo que permitan regular el consumo y finalmente las estrategias de energía renovable, tales como redes inteligentes, sistemas de energía renovable, transportación en vehículos eléctricos.
Por otra parte, el aprovechamiento de las TICs en el contexto de la Sociedad de la Información o la Sociedad del Conocimiento tiene un impacto positivo en el medio ambiente. Entre los factores que favorecen este impacto encontramos que se reduce el movimiento de personas, una vez que los sistemas de comunicación electrónica favorecen la interacción remota, como juntas y reuniones. De la misma forma se favorece el teletrabajo –pese a la problemática de seguridad social que implica-. Tal como lo realiza la compañía Jet Blue en los Estados Unidos, cuyo sistema de reservaciones es operado de forma distribuida en los hogares de sus empleados.
Particularmente, hay dos preocupaciones respecto al impacto de la industria de las telecomunicaciones en el mundo, la contaminación por los materiales utilizados para la construcción de los equipos, que incluye la baja reutilización y reciclado de estos equipos. Así como el consumo energético en pos de mayor alcance o velocidad.
La telefonía celular es fundamental para comprender la dimensión del problema. Solamente en México, existen más de 120 millones de equipos de telefonía celular. Cada uno consume en términos generales 5 Watts de energía, así todos los días, se consumen al menos 600 MegaWatts de energía, suficiente para iluminar una ciudad de tamaño pequeño. Sin embargo, el problema es complejo para su análisis. Así el teléfono con mayor duración de batería, el Droid Razr Maxx de Motorola (de acuerdo con pruebas de CNET) permite almacenar carga en su batería para más hablar por de 1290 minutos o 21.5 horas. Este teléfono almacena energía equivalente a 10W por hora, es decir el equivalente a un foco ahorrador de luz blanca para operar durante una hora.
El reto de aquellos que diseñan, producen, distribuyen y consumen equipos de telecomunicaciones es contar con equipos que utilicen materiales de bajo impacto ambiental como los plásticos biodegradables, y contar con estrategias de manejo energético para mejorar el consumo de energía en los equipos. ¿Podrá la mercadotecnia contribuir a este cambio?
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