Santiago, Chile.- “Casi me separé por causa de Facebook” explica una colaboradora al enviarme una solicitud de amistad bajo un seudónimo extraño al que, obviamente, no había respondido hasta saber quien era el emisor. La historia tras la anécdota puede imaginarse: comentarios mal intencionados, flirteos inocentes, interpretaciones equivocadas de ciertas amistades, conflicto.

Es que las redes sociales nacieron para establecer contacto entre estudiantes, mantener las amistades a distancia y facilitar las tareas de intercambio de contenidos académicos, idealmente, pero se han vuelto un vehículo que lleva y trae información de todo tipo. Bien, nos han acercado al resto del mundo, estableciendo una forma distinta de comunicación, pero a la vez  resulta fácil que vulneren el límite entre lo público y lo privado. ¿De quién depende aprovechar al máximo sus ventajas y minimizar los riesgos? Del usuario.

Nada nuevo bajo el sol, dirás, sin embargo la conciencia plena de la información que compartes en redes sociales no se visualiza en su totalidad hasta que “algo sucede”. Un problema con la pareja, un aviso de rechazo intempestivo a tu “casi logrado” cargo en aquella empresa a la que añorabas entrar, o una agresión gratuita de “tus fans”, puede ser la voz de alerta para preguntarte hasta qué punto es conveniente abrir tu mundo.

¿Para qué necesitas tus cuentas en redes sociales? ¿amistad? ¿negocios? ¿sólo diversión? Al definir este objetivo, como primer paso, podrás elegir el tipo de cuenta y su contenido, sin por ello exponer tu imagen a malos entendidos y episodios lamentables. Como no sabes cuáles son las intenciones de otros usuarios, es bueno tener claras las propias y conocer las características de las distintas redes. Las políticas de privacidad son un buen comienzo y la configuración de las cuentas, algo fundamental.

Junto con lo anterior, el contenido y su tono definirán las interacciones que se puedan dar con los distintos usuarios que elijas tener como compañía.

Por otra parte, es necesario ser más empáticos y ponernos en el lugar del otro, antes de interactuar con rapidez. Cómo dice la frase en la foto de portada “Tu Like puede herir los sentimientos de alguien, úsalo con sabiduría”. Sucede que, en el afán de estar presentes en los muros de los demás, en Facebook por ejemplo, a veces damos un “Like” a situaciones dolorosas sin siquiera estar conscientes de ello y en vez de ser un apoyo o mostrarnos solidarios, estamos convirtiéndonos en seres insensibles ( “Nos dejó mi abuelita”, “Me despidieron, pero estoy tranquilo”, “acabo de romper con mi pareja y no paro de llorar”, etc)

Recordar que tras las redes sociales hay personas que sienten, piensan, envidian y tienen todo tipo de sentimientos variables, es una clave básica para no lamentar nuestra presencia en ellas.

Finalmente, de más está decir que si quieres que algún tema sea privado, no lo publiques, en especial si no te interesa que ese tema sea objeto de análisis- en broma o en serio- de tu grupo virtual.

Sólo un ejemplo de lo que a veces sucede cuando abres tus inquietudes al mundo, lo muestra en forma divertida este meme. Considerar lo que hay detrás, es una buena opción 😉