Después de compartir una taza de negro licor. Sentado en un local con venta de café veracruzano en el corazón de la perla tapatía. Al despedirme de una prosista proveniente del erial rulfiano, va y dice, –no te pierdas “Mi Maestro Pulpo” en Netflix.
¿Cómo contar la historia de nuestra marca? Y sobre todo ¿quién será el narrador? ¿cómo elegirlo dentro de nuestra organización? Siempre hay alguien con la cualidad de ver y percibir los detalles que a veces son ajenos para algunos de los miembros del equipo. La monotonía inherente a los procesos desdibuja sin querer el incipiente afán de un proyecto, es innegable que en algún momento del caso se tuvo un primer bosquejo, un mapa inicial en el que se incubó la primera idea.
Hace algunos días hojeando un ensayo de un alumno de bachillerato, encontré un encabezado que decía, “Hablemos de los Cefalópodos”, la primera imagen atraída fue la de aquel café, enseguida la gran historia de “Mi maestro pulpo”, un documental redondo en términos de vino y café. La complejidad por darle un grado de consciencia a un pulpo, cualidad que se considera exclusiva del hombre, para muchos la única cualidad que nos distingue de cualquier ser vivo. El trabajo del estudiante se enfocaba en la anatomía y características físicas de los cefalópodos, sin embargo, al terminar cada párrafo del documento ambientado con ilustraciones, fue imposible desprender la voz del narrador y la gran historia contada en el documental. La simpleza de narrar un pedazo de historia de un animal huidizo y lograr identificar sus rasgos con los nuestros a través del video y una narrativa poderosa.
Narrar es poder, sobran ejemplos de su fuerza, los valuadores somos buscadores de perlas y de historias, siempre con la ilusión de encontrarse con la persona correcta y el tiempo justo para desvelar las llamadas perlas de la organización, el deseo por descubrir a quien narre la historia. En nuestro caso, seguido del primer contacto, hacemos un primer paneo en la búsqueda de una oficina que diga, –narrador, o los ahora conocidos “Copywritter” (el guardián de contenidos), desgraciadamente, esto no ocurre, esta tarea se descarga en el dueño o en alguna de las direcciones de la empresa.
La suerte de compartir una taza de café veracruzano, y sobre todo, conocer a la dueña de la voz participando de manera momentánea en uno de sus paisajes, tal vez, en algún momento del caso, encontraremos una puerta u oficina dentro de las organizaciones que diga:
–aquí se cuenta nuestra historia, favor de entrar sin tocar la puerta.
Una oportunidad natural para contar lo que somos y construye lo que hacemos, una oportunidad de incluir en el equipo a personas con la capacidad de amalgamar y darle sentido a lo que pretendemos a través de la palabra y la memoria implícita en cada cosa que se escribe, ¿por qué no dejar contar a quienes saben hacerlo? En el caso del cineasta Roger Craig y su Maestro pulpo tenemos la evidencia de lo bien contado.