Comprar un auto en México se ha vuelto una experiencia muy mala. No sólo hay problemas enormes de inventarios, también hay una aumento brutal en el precio de los automóviles. Para muestra un botón, si abrimos el sitio de Volkswagen utilizando waybackmachine encontraremos que el 29 de mayo del 2021 un auto Jetta empezaba en 351,990 pesos, hoy es de 399,900 pesos. El aumento fue del 12 por ciento, suma que más o menos se presenta en todas las unidades de la marca. Pero hay casos más radicales, el Nissan Sentra pasó de 271,000 pesos en diciembre del 2019 a 379,900 pesos en 2023. Es decir 40 por ciento más en 37 meses. En el segmento de lujo sucede algo similar, el emblemático Serie 3 de BMW pasó de 720,000 pesos en 2021 a 950,000 en 2023, es decir un 32 por ciento de aumento. Podría dedicar la columna completa a los números.
Los aumentos exceden —en la mayoría de los casos— a las cifras de inflación y demuestran que conforme pasan los días los consumidores sufren más para reemplazar o acceder a un auto. Las cifras de la AMIA indican otra historia, las ventas del 2022 fueron 7 por ciento superiores a las del 2021 con 1,086,058 unidades en el año pero están lejos de alcanzar el 2018 que sumó 1,607,165 del 2016. En ese orden de ideas es evidente que la inflación, aumento de valor de autos y la depresión económica han erosionado la capacidad de compra de autos de parte de los mexicanos.
Las consecuencias son importantes en el comportamiento del consumidor, comprar un auto del año que sube 15 por ciento se hace imposible con aumentos de salario que promedian por debajo del 10 por ciento. Esto implica que los autos deben utilizarse más tiempo antes de ser reemplazados y que el parque vehicular se hará viejo rápidamente. El común acuerdo es que un auto debería durar 10 años con el mantenimiento correcto, eso quiere decir que los autos comprados en 2016 —el pico del consumo en México— llegarán al final de su vida útil en 2026, en tres años. A esta tasa de aumento de precios se ve imposible que se revierta el envejecimiento del parque vehicular en México.
Según cifras de AMIA, 15 por ciento de los créditos automotrices en 2022 fueron a un plazo de 72 meses, en 2012 la opción a tantos meses no estaba disponible, un indicador más del problema que se avecina, precios altos con inventario bajo. Otro dato clave se puede encontrar en Kavak, de los 3,810 unos registrados como SUV sólo 90 unidades se venden con menos de 30 mil kilómetros. De los 3,630 sedanes 150 tienen menos de 30 mil kilómetros.
El consumidor mexicano comienza a mostrar que “estira” el patrimonio para mantener el estilo de vida. Este fenómeno se vio en la Unión Americana en la crisis del 2008. En la Unión Americana la Reserva Federal ha estado aumentando las tasas de interés desde principios de 2022 para combatir la inflación, lo que ha llevado a un aumento en las tasas de interés para préstamos de autos. Las tasas de financiamiento para un auto nuevo ahora son del 5.7 por ciento, en comparación con el 4.3 por ciento en 2021, lo que ha llevado a pagos mensuales más altos en préstamos de autos nuevos y usados. Las tasas de interés para préstamos de autos usados han aumentado del 7.4 por ciento al 9 por ciento en un año, y los pagos mensuales han aumentado de $506 a $565 dólares. Las ventas de autos y los precios están disminuyendo porque no todos pueden pagar los pagos mensuales y los mayores pagos iniciales. Como resultado, los préstamos a siete años se están volviendo más populares en ese país.
Por último debe considerarse que con el aumento del costo de los autos también suben los seguros y tenencias. Esto puede parecer bueno para el gobierno ya que aumenta la recaudación en términos nominales; sin embargo, se incentiva que el parque vehicular no cambie, por ende tenemos autos con menor nivel de mantenimiento y mayores emisiones. Además se hace más atractivo importar autos usados de EEUU, algo que ha sido promovido por el gobierno actual. Irónicamente, a mayor número de autos importados, menores ventas de la industria local y mayor el precio por unidad nueva.
Se debe atender el problema con mayor atención, las marcas están sufriendo un desgaste brutal de reputación, los consumidores que pueden pagar un auto deben esperar largas filas con fechas que muchas veces no se cumplen. Se reciben autos en 2023 que son del año pasado. Recordemos que estos fenómenos de mal servicio y falta de inventario se dieron el los años ochenta, también recordemos los tres servicios que fallaron en cascada, conseguir líneas telefónicas era difícil o tener una conexión nueva al sistema de energía por mencionar algunos. Normalmente estos efectos no suceden de manera aislada y las marcas de autos debe tener cuidad de maximizar su rentabilidad a costa de la satisfacción de los consumidores. Marcas como MG o JAC han ganado terreno por ser más accesibles y tener inventario.