Internacional.- Primero fue Susan Boyle quien saltó a la fama, gracias al programa de talentos Britain’s got talent. Luego le tocó el turno a Paul Potts. El jurado, en ambas oportunidades, tuvo que morderse la lengua por haber sonreído con incredulidad ante la presencia de dos personas sin mucho encanto físico, pero con un don extraordinario. Con los niños la cosa es diferente, porque siempre se espera que “hagan una gracia”, pero no por ello es menos impresionante comprobar la cantidad de chicos con talentos increíbles. Connie Talbot se llevó las palmas y millones de visitas en YouTube. Hoy, el viral es para Amira Willighagen y un éxito tremendo para el programa y sus auspiciadores.
Es que el mundo necesita ídolos, gente que lo sorprenda y que lo haga recuperar la esperanza en lo magnífico que es el ser humano. Cuando los encuentra, los toma y sólo los deja ir cuando surge otro que lo supera. Por eso, el gran negocio de los programas busca talentos se ha multiplicado y no hay país en el mundo que no busque una instancia para tener la versión de alguno de los grandes “X Factor” , “Talento….” o “Mi nombre es” programa de imitadores talentosos chilenos.
Por lo mismo, los niveles de audiencia y por tanto de éxito en términos de publicidad, usualmente superan a la competencia. La emoción que provoca en la audiencia y la proyección, psicológicamente hablando, que cada persona hace de los participantes- aunque no todos sean ídolos- es argumento suficiente para seguir utilizando el modelo.
Los invito a conocer a la última revelación del canto lírico, una pequeña holandesa de sólo 9 años que aprendió a cantar utilizando tutoriales de YouTube y se presentó en “Holland Got Talent” obteniendo el “Golden Ticket”, un paso directo hacia la final.