Recuerdo muy bien cuando hablé por primera vez de la Inteligencia Artificial (IA) en esta columna. Fue cerca del 2022 cuando se anunció con bombo y platillo el lanzamiento del ChatGPT vía OpenAi.
Dos años más tarde ha habido un crecimiento exponencial en el uso y la adaptación de dicha tecnología a todo lo que nos rodea en el mundo cotidiano. De primera instancia, la IA se le “regaló” a la humanidad porque, en teoría, cualquier persona con acceso a Internet puede usar el ChatGPT (sí, quizás no la última versión, pero al menos podrán usar el gratuito).
En ese sentido, tal y como se expresó desde el inicio, OpenAi fue formada con una empresa sin fines de lucro con el fin de crear tecnología de Inteligencia Artificial para el mundo. Con todo lo que esto conlleva.
La revolución tecnológica que trajo consigo el ChatGPT continúa hasta nuestros días. Sobre todo, tal como también he hablado en este espacio, OpenAI, lleva muchos años de ventaja claramente sobre su competencia como Google o Meta.
Aún así, creo que cada una de las empresas ha tratado de implementar sus propias IA tal como han podido, pero a veces con errores. Por ejemplo, la incorporación de la IA a todo el complejo de Meta, tal como WhatsApp, Facebook o Instagram ha generado un uso moderado.
He visto cómo se usan las funciones sobre todo en algunos grupos de WA, pero su modelo de lenguaje es limitado en comparación con lo que puede hacer el chat desarrollado por OpenAi.
Aún estamos lejos de usar en el día a día proyectos como Gemini de Google, aunque cada vez lo vemos más incorporado al buscador. En otras palabras: el ChatGPT continúa siendo el gran Unicornio tecnológico de la IA y los modelos de lenguajes entrenado.
Y continúa también con la misión con que inició su empresa allá por 2015: ser una empresa sin fines de lucro y que busca ayudar a la humanidad… pero… ¿qué pasaría si se volviera una empresa como Google o Meta?; en otras palabras… ¿qué pasaría si se patentara ese conocimiento?
Hace algunos días se anunció que Mark Zuckerberg y Elon Musk se unirán para “frenar” a la empresa creadora de ChatGPT, ya que OpenAi está en la mira para convertirse en una entidad “con fines de lucro”, lo que la aleja del objetivo principal con que fue creada.
Se cree que Microsoft tiene mucho que ver en esta visión, ya que se convirtió en el máximo inversor de esta tecnología. Creo que el punto central es que si se llegase a haber una “patente” del modelo de lenguaje de Chat GPT, seguramente cualquier empresa tendría que pagar por usarlo como base para el suyo incluiría a Meta, Google y todos los gigantes tecnológicos. Y para nada suena bien. Al menos no para ellos.
Tanto Zuckerberg como Musk arguyen que la conducta de OpenAi podría tener consecuencias para Silicon Valley (o para sus bolsillos, querrán decir). Y es que, en ese sentido, nadie podría creer que las intenciones de ambos son “genuinas”, cada uno de ellos ha amasado grandes fortunas con sus empresas.
El trasfondo de ello está clarísimo que va en cuestión de que pueda limitar el crecimiento de Meta vs la Inteligencia Artificial.
Al respecto, el CEO de OpenAi, Sam Altman mencionó que, en caso de la empresa cambiase de objetivo, pasando a una “con fines de lucro”, de todas formas, siempre mantendría una división que ayudase a la humanidad y conservara la gratuidad de sus servicios.
Creo que en este punto es donde llega la ficción sobre la realidad. Donde empieza el proyecto Skynet de la película de Terminator o donde empieza The Matrix: monetizando la tecnología de la Inteligencia Artificial. Pero no, en realidad nada de eso sucederá.
Solo falta con voltear a mirar cuando se inventó la Internet y todo el negocio de las empresas que se basan en la red, desde las telefónicas que te cobran por usarlo; las computadoras, software, herramientas, música y un largo etcétera.
En otras palabras: se va a “privatizar” la Inteligencia Artificial. Y creo que seríamos muy ilusos el pensar que no iba a suceder en algún punto. P
Pero sí creo que es un giro que se adelanta mucho en el tiempo. Quizás nadie esperaba este punto en este momento concreto de la historia.
Mientras tanto, habrá que esperar en qué termina esta batalla cuyo pretexto económico es más claro que el agua. Y tampoco está mal. Pero como siempre, espero que los usuarios sean quienes ganen más de lo que puedan perder.