Varios son los comentarios que surgieron después del segundo debate organizado por el Instituto Nacional Electoral (INE) y que tuviera como sede la ciudad de Tijuana, Baja California; sin embargo, tres aspectos fueron los protagonistas en la opinión pública y la conversación digital.
En primer lugar, el formato, llamado Town Hall, fue uno de los aspectos más comentados, ya que por primera vez en un proceso electoral federal, hubo participación de la ciudadanía para preguntar a los candidatos sobre sus acciones sobre ciertos temas en específico, el público constó de 42 personas inscritas en la lista nominal.
El INE realizó 800 encuestas telefónicas para encontrar a 42 electores: cuatro mujeres y cuatro hombres de entre 18 y 24 años; nueve mujeres y nueve hombres de entre 25 y 44 años; seis mujeres y seis hombres de entre 45 y 64 años; y dos mujeres y dos hombres de 65 años o mayores.
Meramente en el desarrollo del debate, los aspirantes presidenciales tuvieron la oportunidad de moverse en el templete, mientras que los moderadores, los periodistas León Krauze (Univisión) y Yuriria Sierra (Grupo Imagen) formulaban las preguntas.
Uno de los aspectos que usuarios de redes sociales y comentaristas especializados hablan sobre el tema, es que este formato permitió a los candidatos presentarse frente al electorado de una manera más segura y relajada, además del tener control de sus tiempos y del discurso.
Por otro lado, uno de los puntos negativos indican que permitió que los aspirantes se interrumpieran, que los mismos moderadores perdieran la noción sobre el objetivo del encuentro.
Los moderadores
Los periodistas, pese a que tuvieron ensayos para la celebración del debate, por momentos se mostraron rebasados por el formato y en un afán de ser más enérgicos cortaban las ideas de los candidatos o enfatizaban la pregunta.
“Respóndame la pregunta, candidato”, fue una de las frases constantes durante la realización del debate y que tuvo consecuencias durante la comunicación de ideas de los cuatro candidatos presidenciales.
“Los debates son la esencia de la democracia, pues un monólogo nunca va a construir como un diálogo”, afirmó el periodista y comunicador León Krauze en un entrevista con El Universal.
Por su parte, Yuriria Sierra señaló que: “sería periodísticamente irresponsable si como moderadora del segundo debate presidencial cargara los dados a favor o en contra de alguno de los candidatos a la presidencia de la República, porque estás obligado a ser absolutamente imparcial y parejo con todos”.
Sin embargo, en otro comentario, la forma en la que actuaron los moderadores sirvió para evidenciar “ignorancia” de los cuatro candidatos presidenciales hacia varios temas que definían el debate, el cual era “México en el Mundo”.
El lenguaje corporal
Bajo la expresión “una imagen dice más que mil palabras”, los candidatos también dijeron mucho con su discurso sin tener que pronunciar una sola oración.
Uno que es demasiado expresivo es Ricardo Anaya de la coalición “Al Frente Por México”, quien se ha mostrado constante en su lenguaje corporal, ya que algo lo ha definido y es su sonrisa burlona, un aspecto que los analistas de estos elementos señalan como un recurso para provocar a sus adversarios, además de entonar un discurso plano (lleno de datos u oraciones) y una postura erguida que lo dota de seguridad y firmeza.
Uno de los elementos a notar es cuando se acerca a Andrés Manuel López Obrador y busca amenazarlo al invadir su espacio. Un recurso que fue secundado por una de las imágenes del debate, que fue cuando el político tabasqueño “escondió su cartera para que no se la robaran”.
Por otro lado, Andrés Manuel López Obrador, lo conocemos por su forma pausada de hablar y la dicción de varias palabras; sin embargo, ha explotado la comedia y la sonrisa burlona como elementos para eludir los cuestionamientos o las acusaciones que hacen sus contendientes, el tres veces aspirante presidencial lleva su mano a la bolsa del pantalón en señal de relajación y levanta las cejas en señal de énfasis o que algo lo sorprendió.
Uno de los momentos clave López Obrador fueron los apodos de “Canallita” y “Ricky Riquín Canallín”, aludiendo a Ricardo Anaya.
José Antonio Meade, tiene varios aspectos qué analizar, ya que tiene una manera de hablar pausada y en ocasiones muestra que no toma suficiente aire para comunicar su mensaje; sin embargo la entonación suave de su voz busca generar empatía con las personas y es un recurso que le funciona.
Sin embargo, el candidato de la coalición “Todos Por México” parpadea constantemente, cuando algo lo ha puesto nervioso. Además de que se mueve en diferentes direcciones para calmar la ansiedad y cuando algo lo molesta levanta una sola mano y entona la muletilla “pérame”.
El independiente, Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, es uno de los aspirantes que tiene muy definido su lenguaje corporal, ya que aplica como primer recurso la mirada directa en señal de confrontación y reto, mientras que también levanta la barbilla en señal de superioridad y levanta las cejas para generar atención.
El candidato independiente también aplica el recurso de la sonrisa (lateral) en señal de burla, acompañada de la mirada para retar a su contrincante.
Aunque no se conoce la cifra exacta de audiencia que siguió el encuentro por televisión, de acuerdo con cifras de Facebook, para el segundo debate el pico más alto de usuarios siguiendo la transmisión en vivo a través de la plataforma fue de 45 mil espectadores, mientras que durante el primer debate la cifra fue de 77 mil.
Sin embargo, el que la transmisión hubiera comenzado a las 21:30 en vez de las 8:00 pm —como en la vez pasada—, probablemente impactó en el rating.