En 2008, Estados Unidos comenzó a solicitar a sus importadores un etiquetado llamado “dolphin safe” que establece que el atún fue pescado sin arriesgar la vida de los delfines. Los mexicanos cambiaron su método de pesca y tomaron las medidas necesarias para obtener este sello. Aún así, la Unión Americana se negó a otorgárselos.
En el 2013, el gobierno y productores mexicanos denunciaron ante la Organización Mundial de Comercio las medidas de Estados Unidos como discriminatorias. La OMC emitió una primera resolución con modificaciones a la norma, pero esto no terminó de resolver las limitaciones que enfrentaba México para exportar túnidos al país vecino, el cual representaba el 92 por ciento de su mercado.
El año pasado, México pidió la autorización para suspender concesiones a Estados Unidos para compensar el daño comercial que la etiqueta causó a los productos mexicanos.
Este año la OMC finalmente determinó que durante los próximos 15 meses, México tendrá la oportunidad de exportar atún al país vecino libremente. De no ser así, puede imponer sanciones por hasta 163 mil dólares. Pero la Secretaría de Economía asegura que su única intención es que los túnidos mexicanos tengan un trato justo.
La Unión Americana es el mercado más importante del mundo en atún enlatado y los empresarios mexicanos ya se están alistando para conquistarlo. México produce 162 mil 422 toneladas de atún al año, de las cuales sólo 6 por ciento se exporta actualmente a Estados Unidos, según datos de la CONAPESCA, pero ese volumen puede subir a 15 por ciento rápidamente.
En México, hay aproximadamente 20 empresas productoras de atún. Pinsa tiene casi la mitad del mercado con una producción de 600 millones de latas al año. En 2015, facturó alrededor de 7 mil 400 millones de pesos y el atún representa el 80 por ciento de sus ingresos. Detrás se encuentran Grupomar y Herdez con una quinta parte del mercado cada uno.