El próximo domingo cuatro de febrero, El Salvador tendrá elecciones presidenciales en donde su actual mandatario, conocido por su primer apellido BUKELE, resultará reelecto, pues prácticamente no tiene adversarios y además, goza de una enorme popularidad, ganada por su actuación de mano dura contra las pandillas que azotaban al pequeño país centroamericano.

Los resultados del efecto Bukele en materia de seguridad son impactantes y ya son la envidia de los países de la región, pues de cada cien mil habitantes solo se han registrado 2.4 homicidios el año pasado. Antes de las acciones emprendidas por este joven estadista, las cifras llegaban a 103 por cada 100 mil habitantes, la cual era considerada como una de las más altas del mundo.

¿Quién no se quiere sentir seguro?, la pregunta suena a eslogan publicitario y bien podría tomarse como arenga para que El Salvador votara por el “SÍ” de manera masiva y sin duda, acudirán para validar que desean seguir sintiéndose protegidos por el estado, una de las tareas fundamentales para todo gobernante.

¿Cuáles fueron las claves para el éxito de Nayib con su estrategia de seguridad?

En el año 2019, a su llegada al poder, negoció con las principales pandillas de El Salvador, la Mara Salvatrucha 13 y la del Barrio 18 surgidas en Los Ángeles California, los acuerdos de pacificación mismos que luego fueron revocados al ser deportados miles de sus miembros de los EUA a El Salvador, creando entonces Bukele, un régimen de excepción.

Se aplicó mano dura y se ha detenido a más de 70 mil personas.

La paz se ha impuesto en barrios que llevaban años siendo dominados por los Maras.

La construcción de un mega complejo carcelario equipado con alta tecnología y edificado bajo estrictos protocolos de seguridad.

Bukele entendió que la principal demanda de sus conciudadanos era la mejora de la seguridad y se enfocó con determinación para minimizar esta amenaza.

Estas acciones, bien comunicadas al interior y exterior del país, han elevado la popularidad de Nayib provocando que prácticamente el día de la elección, se convierta en un día de campo para su equipo de campaña y su gabinete que comienza a recibir peticiones de gobiernos vecinos, para ser asesorados para adoptar esta dura estrategia.

Sin duda, un efecto negativo que debe considerarse al adoptar estas prácticas es la socavación del estado de derecho y la afectación a los derechos humanos en donde la poderosa organización Human Rights Watch, ya ha denunciado abusos y torturas durante el régimen de excepción.

Los gobernantes deben evaluar cuáles son los pros y las contras de toda política pública que establezcan en su entidad para resolver una problemática específica y en este caso, la apuesta de Bukele fue alta ya que pude abatir los índices delictivos y proporcionar al ciudadano una mayor percepción de seguridad.

Un estadista es electo para resolver crisis y obtener satisfacciones para sus gobernados y muchas veces se debe optar por el camino con más cuestas arriba para llegar a las metas.

Bukele decidió y la reeleccción está en puerta.

Nos encontraremos más adelante.

Federico Torres López.