¿Cuántos de nosotros teníamos idea de la fecha en que se celebraría el certamen Miss Universo de este año? Probablemente la respuesta sea que muy pocos. Sin embargo todos nos enteramos de que sucedió gracias a la viralización de los videos en los que el presentador Steve Harvey se equivocó al nombrar ganadora a la representante de Colombia, Ariadna Gutiérrez en lugar de a Pia Alonzo, representante de Filipinas.
Lo ocurrido en la edición del 20 de diciembre del certamen fue, posiblemente, lo peor que podía pasar en un evento de esta naturaleza: Todos fuimos testigos de cómo quitaban la corona a Miss Colombia para ponerla en la cabeza de Miss Filipinas. Un momento incómodo, sí. ¿Triste? Puede ser, pero en definitiva: Buena televisión.
La cascada de comentarios en redes sociales, memes, bromas, y repeticiones por televisión fue, como era de esperarse, enorme. Los hashtags #MissUniverse2015, y #SteveHarvey se convirtieron en trending topc en twitter, y gracias a todo ello millones de personas seguimos hablando de Miss Universo semanas después de haber sido transmitido.
Sin embargo, Miss Universo es hoy un programa que, de no ser por el famoso error, muy poca gente hubiera recordado. De acuerdo con la agencia Nielsen, el certamen tuvo una audiencia de 6.2 millones de televidentes, un millón y medio de televidentes menos que en 2014, cuando fue visto por 7.7 millones de personas.
Un síntoma de la enfermedad que sufre el certamen ocurrió en septiembre pasado, cuando Donald Trump vendió la Organización Miss Universo a la agencia WME/IMG por un valor no determinado, pero estimado por distintos medios en un rango entre 5 y 25 millones de dólares. La venta ocurrió después de que una serie de cadenas televisivas, encabezadas por Univisión, y entre las que encontraba Televisa, se rehusaran a transmitir el programa Miss USA en respuesta a los comentarios ofensivos que el candidato republicano hizo sobre los mexicanos el día que lanzó su campaña presidencial.
Las cadenas televisivas lograron con ello enviar un fuerte mensaje político a Trump, en el que defendieron sus valores y a su target, integrado por población hispanoparlante. Pero también se deshicieron de un programa que, si bien ha tenido buenos años, ha visto sus peores momentos en el último lustro. La edición antepasada del certamen registró la peor audiencia de su historia, cuando sólo fue vista por 3.8 millones de televidentes.
Y es que el concepto rector de este certamen está perdiendo adeptos a mansalva en una sociedad cada vez más consciente de que hay algo mal en un programa cuyo objetivo fundamental es juzgar a un montón de mujeres con poca ropa por sus atributos físicos, juicios que además, están hechos en su mayoría por hombres. Miss Universo, con sus desfiles de trajes de baño, sus lentejuelas y su drama, es (afortunadamente) una idea anacrónica.
El hecho de que cada vez interese menos ver Miss Universo, es una señal positiva que indica que la sociedad cada vez está menos dispuesta a ver a mujeres que dedican sus vidas a cultivar su belleza física ser humilladas por sus respuestas ante cuestionamientos sobre alta diplomacia o política exterior, como ¿qué hacer respecto al Estado Islámico?. Este punto ha sido brillantemente expuesto por el comediante John Oliver respecto al certamen nacional Miss America:
Es poco probable que un error como el que cometió Steve Harvey se vuelva a repetir en las próximas ediciones. Puede, eso sí, que muchos sintonicen Miss Universo 2016 para comprobar que esta vez se corone a quien debe ser, pero poco más. Entonces cabe preguntarse ¿qué pasará con el certamen? Probablemente estemos viendo los estertores de un concepto moribundo.