La presiĂłn por el precio es una constante dentro del mercado; sin embargo, dar una lectora correcta a este aspecto asĂ como a la respuesta que debe plantearse puede llevar a cualquier marca a caer en el grave error de 35 libras que experimentĂł Mini, el auto britĂĄnico mĂĄs vendido de toda la historia.
Un reciente estudio realizado por Epsilon y Wylei Research refiriĂł que el 51 por ciento de los compradores asegura que la mejor oferta precio/calidad es el principal punto a considerar al momento de adquirir un producto o servicio.
Para las marcas de cualquier sector esto es un reto que implica no sólo identificar con mayor precisión sus valores agregados, sino también entender las nuevas formas de competencia que se gestan en el mercado.
Recordemos que segĂșn los hallazgos de un estudio mundial firmado por Simon-Kucher & Partners indican que el 90 por ciento de las empresas asegura que la presiĂłn sobre el precio es creciente.
InnovaciĂłn para todos
Esta realidad no es nueva; sin embargo, ante la globalizaciĂłn y el alcance que las nuevas tecnologĂas entregan a ofertas locales, es cierto que se trata de un panorama que parece empeorar.
No obstante, apostar por el precio mĂĄs bajo no siempre es la mejor, menos cuando esta decisiĂłn se toma a la ligera con poco o nada de estrategia.
El mejor ejemplo es lo que hace algunos años sucedió con Mini, marca que firmó al que se convirtiera en el auto britånico mås vendido de la historia, con una producción de 5,3 millones de unidades.
Durante la dĂ©cada de los años 50âs, la British Motor Corporation (BMC) fichĂł al reconocido diseñador Alec Issigonis para fabricar un auto barato capaz de ahorrar gasolina, con el fin de entregar al mercado una propuesta que fuera accesible para el grueso de la poblaciĂłn.
De esta colaboraciĂłn naciĂł el Mini, un vehĂculo que rompiĂł los estĂĄndares de aquel momento con dimensiones compactas, motor trasversal y tracciĂłn delantera que permitĂa que el 80 por ciento del piso del auto fuera utilizad para pasajeros y equipaje.
El auto mĂĄs deseado
El prototipo rĂĄpidamente ganĂł la aceptaciĂłn de los accionistas, quienes encontraron en el producto el toque de innovaciĂłn buscado.
En adelante, se implementĂł una sĂłlida estrategia de promociĂłn y marketing para hacer del Mini el auto mĂĄs deseado, en donde el equipo detrĂĄs del entonces nuevo producto se asegurĂł que celebridad como Los Beatles o el actor Peter Sellers fueran los primeros en conducir el peculiar vehĂculo.
Sin embargo, en el afĂĄn por convertir a la nueva propuesta en el auto mĂĄs codiciado, la firma detrĂĄs de este desarrollo apostĂł por una estrategia de precios bajos para competir en el mercado.
Tal como indican desde la BBC, despuĂ©s probar el prototipo, el jefe de la BMC, Sir Leonard Lord, afirmĂł que el auto deberĂa de venderse por 500 libras esterlinas (cerca de 670 dĂłlares), con la intenciĂłn que el Mini fuera mĂĄs barato que su competencia mĂĄs cercana, el Ford Anglia, que se vendĂa por 610 libras (alrededor de 800 dĂłlares).
El error de 35 libras
El precio era parte vital para convertir al Mini en el auto del momento. No obstante, este elemento actuĂł en contra de todos los intereses de la firma.
Desconcertados por el precio tan bajo del Mini, Ford decidiĂł investigar cuĂĄl era el secreto para mantener un costo tan reducido ante la invadiĂł del automĂłvil.
Se dio a la tarea de desmatonar por completo un vehĂculo de la competencia y costear cada parte, para darse cuenta que el precio de fabricaciĂłn de cada Mini era de 535 libras, 35 libras menos que el precio entregado al mercado.
Dentro del mundo de los negocios, la pequeña diferencia representa miles de millones de activos perdidos.
El acontecimiento cobra mayor sentido cuando reconocemos que, de acuerdo con la BBC, en cualquier anĂĄlisis de compañĂas que fracasan, la razĂłn en aproximadamente 7 de cada 10 casos tiene que ver con precios equivocados.
Lo sucedido con Mini puede parecer una obviedad; sin embargo, en un mundo en el que todas las empresas buscan tener un producto exitoso, el precio justo y correcto pueden marcar la diferencia en que la propuesta sea también un éxito de negocio.