Es bien sabido que el marketing político requiere centrarse en tres aspectos para conseguir un objetivo: el mensaje, el dinero y el activismo.
En las últimas semanas, el activismo ha acaparado la atención de la sociedad en México en contra de un enemigo común, Donald Trump, presidente de Estados Unidos, quien ha fijado una postura firme contra México y contra los millones de inmigrantes que viven en ese país, razón que ha traído a un viejo conocido de la política llamado “unidad nacional”.
Sn embargo, en México hay prioridades muy locales que están cimbrando el entorno político y son las elecciones previas a los sufragios presidenciales y federales que se celebrarán el próximo año.
Una de las disputas más fuertes se encuentra en el Estado de México, cuna política y lugar de nacimiento del presidente Enrique Peña Nieto. En esta entidad, una de las más pobladas del país con 15 millones de habitantes, se medirá la fortaleza o debilidad de los partidos políticos, ya que fueron castigados en comicios pasados por los electores por su falta de gobernabilidad ante situaciones adversas y los diversos casos de corrupción (casos Javier Duarte en Veracruz, César Duarte en Chihuahua, Gabino Cué en Oaxaca, sólo por mencionar a algunos).
Durante las primeras horas del lunes, el periodista mexicano Salvador García Soto, narró en su columna “Serpientes y Escaleras” un encuentro que tuvieron el presidente nacional del Partido Acción Nacional (PAN), Ricardo Anaya y Enrique Peña Nieto, en el que “pactaron” una alianza.
Según García Soto, “panistas y priístas identificaban como su enemigo común a (Andrés Manuel) López Obrador y se comprometían a unir fuerzas, en una alianza de facto, contra el tabasqueño”. Es conocida una frase de campaña que acuñó el expresidente Felipe Calderón cuando era candidato en 2006, “López Obrador es un peligro para México”.
Esa frase ya fue reutilizada por Margarita Zavala, exprimera dama de México y una militante panista con aspiraciones a la presidencia de México en 2018 por su partido.
Sin duda, la unidad estará presente en los dos partidos con mayoría en el Congreso de la Unión, ya que priistas y panistas ocupan 93 lugares de 128 en el Senado de la República y 311 escaños de los 500 de la Cámara de Diputados.
La última encuesta de Grupo Reforma señaló que el fundador y líder del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se ubica a la cabeza entre las preferencias con el 29 por ciento en la intención del voto, mientras que Zavala por el PAN se ubica en la segunda posición con 26 por ciento.
Recordemos que en las elecciones del 2012, los mexicanos que acudieron a las urnas fueron 50 millones 323 mil 153 ciudadanos, de un padrón electoral de 79.4 millones, de acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE).
De acuerdo con analistas, el abstencionismo pudiera ser mayor para las elecciones durante el próximo proceso electoral, cabe destacar que en votos seguros el PRI cuenta con 5 millones 044 mil 528 de militantes, mientras que el PAN con 483 mil 668 (PAN) adscritos a las filas.
Un asunto de dinero
Durante las elecciones de 2012, el INE recibió 15 mil 953.9 millones de pesos, el cual se desglosó de la siguiente manera: 10 mil 661.4 millones de pesos para el gasto operativo del Instituto, 5 mil 292.5 millones de pesos para el financiamiento público a los partidos políticos, un equivalente al 33 por ciento del ingreso de del instituto.
Entre panistas y priistas recibieron el 57.3 por ciento del presupuesto destinado a los partidos políticos, así que los recursos también aumentan con una posible alianza entre ambas fuerzas.
Sumidos en el descrédito, cuando no en escándalos de corrupción, los partidos políticos se jugarán su resto en las elecciones de 2017, las cuales son preámbulo de los comicios presidenciales y laboratorio de las estrategias electorales.
Para el PRI, el reto es muy grande, después de perder seis gubernaturas en las elecciones de 2016, y particularmente porque está en juego su principal bastión, el Estado de México, que siempre se ha distinguido por ser priista.
Beneficiado por una izquierda fracturada, el PAN buscará demostrar que sus triunfos en junio pasado no fueron obra de la casualidad. Para ello pretende repetir la fórmula que le dio los triunfos en Veracruz, Quintana Roo y Durango, es decir, establecer alianzas con el PRD. A esta estrategia podrían sumarse el debilitado Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano.