¿Existe un derecho legítimo a ser olvidado? ¿a ser borrado de los libros? ¿a no existir en los directorios telefónicos? De acuerdo con los recientes acontecimientos legales, parece que ser que no. Tal como rezaría el slogan de una estación radiofónica en la ciudad de México en los años setenta, “… la que llegó para quedarse”.
De acuerdo con la decisión del máximo tribunal europeo, Google no podrá ser forzado a remover los datos personales sensibles de los resultados de sus búsquedas. Así, los usuarios de Internet, carecen del derecho básico al olvido y los buscadores no serán responsables de que los datos personales aparezcan en la web.
Aunque el concepto sonaría antagónico para la mercadotécnica contemporánea, donde se espera lo contrario, aprovechar la memoría infinita de la Internet para tener unas de las tres Rs del marketing, la recordación. El posicionamiento ideal, la recordación infinita. Pero, supongamos que la organización decide cambiar la imagen del producto o de la marca y todas las búsquedas -por el famoso algoritmo de Google– arrojan la anterior. Tal vez, las marcas deberían tener un derecho al olvido también … y los logos, y los slogans.
El periódico inglés The Guardian, coincide en que Internet tiene una memoria de muy largo plazo. “pero, ¿que pasaría si las imágenes, datos e información personal, que se pueden obtener de tí, te hagan ver de forma injusta, polarizada o simplemente equivocada ?”.
Uno de los ejercicios más simples, pero a la vez más rudos es buscarse uno mismo en Internet a través de Google o a través de yahoo o cualquier buscador. Los resultados pueden ser a) decepcionantes, b) inofensivos, c) intrigantes, d) preocupantes o e) todas las anteriores. Personas como artistas y políticos, en búsqueda de El Dorado Digital – el branding gratuito y efectivo; se decepcionarían si no aparecen lo suficiente en la Internet. En un ejercicio de barbarie digital, basta con aparecer y mucho para estar satisfechos. Por el contrario, la adolescente en búsqueda del príncipe azul, quiere aparecer pero a) como ella quiere, b) con la imagen deseada y c) de preferencia, sólo con las personas que le interesan. Un paradigma, típicamente de Pareto, poco pero significativo. ¿Y las marcas?
¿Las campañas negativas contra las marcas, les dan un derecho al olvido en un universo virtual donde la memoria persistente de largo plazo es su característica principal? Marta Bobo, gimnasta española, podría agradecerle a un error de un periódico español, un pasado que continuamente tiene que negar. Marta no fue anoréxica, como lo afirmó el reportero y aún existe en la edición en línea. Las correcciones en las versiones digitales o la fe de erratas, son como los términos de servicios en los sitios web … nadie las lee con suficiente detenimiento. En la literatura no-lineal, la propia no secuencialidad invita a no leer secuelas. El periódico, siempre podrá aludir su derecho a equivocarse, o cualquier que esté de moda.
¿Es posible que la marca ACME se desaga de su historia de fracasos con Willy E. Coyote? En tiempos de la Internet, ya no es posible.
¿Es posible borrar tu pasado digital? No hay certeza pero lo puedes intentar. Elimina todas tus cuentas on-line. Busca fotos donde estés “taggeado”. Borra todo nexo y liga con productos de Google. Borra cualquier página web que tenga tu nombre y que te sea accesible. Haz búsquedas periódicas de tí. Reclama a los dueños de los sitios que borrent tu nombre. Checa que existe sobre tí en el Internet Archive.
Borrar tu pasado digital, es una tarea titánica ! Intenta y no te desconectes!
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