La C-suite integra a los ejecutivos de más alto rango en una organización y es llamada así, debido a que la “C” representa la palabra Chief (jefe) en los títulos corporativos, desde el CEO, pasando por el CFO, COO, CMO, CIO y CDO. Ahora, habrá que agregar a un “nuevo” invitado que se está abriendo espacios a pasos acelerados: el CSO, o Chief Sutaintability Officer, por su siglas en inglés.
Los directores de sostenibilidad son responsables de los objetivos e iniciativas de una organización relacionados con la sostenibilidad. Las Naciones Unidas la definen como “un desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
Existen factores que han funcionado como aditivo para impulsar esta creciente atención hacia la sustentabilidad, como el acuerdo de Paris en 2015, que se convirtió en el primer compromiso global legalmente vinculante sobre el cambio climático. Hoy, más de 12,000 empresas de 160 países se han adherido al Pacto Mundial de la ONU.
Por otro lado, existe una mayor presión por parte de los inversores, clientes y empleados por
hacer contribuciones al cambio, incluyendo términos regulatorios y políticas. Este movimiento creciente ha provocado que los objetivos ESG (Environment, Social, Governance) sean fundamentales para la estrategia empresarial.
Esto desde luego ha relajado la tensión existente en las empresas, entre la sustentabilidad y la rentabilidad pues es entendido y aceptado en el mundo de los negocios post-pandemia, que la sostenibilidad requiere inversión y compromiso para poder construir resiliencia para el futuro. Cuando es bien ejecutada, los beneficios son de gran alcance, impactando en todo el negocio.
Según un reporte de Deloitte, se espera que el papel del CSO gane prominencia en los próximos dos años, ahora que sus tareas son reconocidas como parte del plan de negocio, para interpretar los cambios en el entorno y definir las consecuencias estratégicas para su empresa. Además, el CSO debe encargarse de influir, comunicar y superar la complejidad organizativa para permitir que su empresa cumpla con los compromisos ESG.
“Las empresas con esquemas de sustentabilidad sólidos tienen más probabilidades de tener un buen desempeño durante una recesión, y aquellas con un propósito corporativo definido, una amplia conciencia sobre los desafíos sociales, compromiso con las partes interesadas y una cultura colaborativa, tienen más probabilidades de prosperar en largo plazo”, argumenta Thomas Singer, en un escrito en el Foro de Gobierno Corporativo de la Facultad de Derecho de Harvard.
Los CSO pueden marcar la diferencia para empresas de todos los tamaños. La directora ejecutiva del gigante minorista sueco H&M Group, Helena Helmersson, que alguna una vez su CSO, dice que poner la sostenibilidad en el centro del negocio es una forma de “acelerar el ritmo del cambio”.
El papel de la CSO está evolucionando a medida que las organizaciones se aplican en recortar el largo trecho que implica que la sostenibilidad esté completamente integrada en cada función, proceso y miembro de la organización. En general, el trabajo principal de la CSO es monitorear e identificar áreas de preocupación y acción, y ofrecer sugerencias sobre cómo la empresa podría desempeñarse mejor.
Un estudio realizado por la escuela de negocios INSEAD, encontró que las empresas con un CSO, participan en actividades más socialmente responsables y menos actividades socialmente irresponsables. Que su presencia tiene un mayor efecto en que las empresas “hagan menos mal”, en que “hagan más bien”. Este efecto es particularmente pronunciado en empresas que cuentan con un comité de dirección para la sostenibilidad.
En última instancia, impulsar a la empresa a hacer el bien, especialmente mediante la integración de principios socialmente responsables en el negocio principal, debería ser el objetivo de cualquier CSO que se precie.
No es sorprendente entonces, este notable crecimiento del CSO, si se tiene en cuenta que cada vez más consumidores buscan productos “ecológicos” y toman una posición más crítica y activa en la valoración de productos y servicios; si los inversionistas califican el grado de compromiso sustentable de las empresas; y, si los gobiernos aumentan y endurecen las políticas y normas en favor de un planeta más sustentable.