En los últimos días, he escuchado y leído diversas opiniones locales y extranjeras tratando de dilucidar esto. Y es que, en términos de opinión, es muy fácil generalizar. La principal es: “los niños de hoy ya no consumen fútbol mexicano, prefieren el europeo”, una aseveración así es peligrosísima.
Cuando alguien la hace, mi mente en automático va y construye un “buyer persona”, por lo regular estas aseveraciones las oigo de gente con un nivel socioeconómico (NSE) medio alto, alto, es decir, con acceso a internet de alta velocidad, servicios (varios) de streaming, en ciudades de alta densidad poblacional, con sistema de TV de paga y otras características muy específicas que definitivamente no son la generalidad de la población nacional. Podría ser cierto que los niños con estas características pudieran tener ese comportamiento respecto a sus preferencias futboleras, pero aseverarlo y generalizarlo es otra cosa.
El consumo del entretenimiento y los deportes ha ido cambiando, no es ajeno a las nuevas formas de consumo y entre mayor penetración de los servicios de internet o los datos a alta velocidad en dispositivos móviles, seguirá moviéndose de pantalla.
Sin embargo hay algunos “nortes” que nos pueden ayudar a entender de dónde podemos partir: la pantalla grande para ver deportes sigue siendo un diferencial. Ojo. La pantalla, no el servicio que uses en la pantalla. Quiero decir que el deporte se disfruta mucho más en una pantalla de tamaño considerable que en un smartphone, tableta o incluso en una laptop.
Las televisiones inteligentes que permiten que desde un dispositivo puedas enviar una transmisión son los que están ganando terreno e, incluso, el hecho de instalar aplicaciones en tu televisión inteligente está llevando a que la gente evalué tener servicios de televisión de paga. Es mejor ver tu serie de Netflix en una pantalla de más de 50 pulgadas que en una de menos de 10; es lo mismo con el deporte, aficionados de ciertos niveles socioeconómicos empiezan a contratar servicios como los “Pass”: NFL, MLB, NHL, F1, tienen su servicio de suscripción y lo puedes instalar o “streamear” desde un dispositivo a tu TV, es decir, genera una ubicuidad que empieza a ser muy valorada: puedo verlo en mi dispositivo móvil si no me encuentro en mi hogar, pero también lo puedo ver con todo lujo de detalle cuando estoy en casa.
Y de ahí pasamos a ver qué esos servicios requieren aportar algo más: servicios estadísticos, entrevistas y contenido exclusivo, experiencias, promociones y mucho más que al aficionado le aporten valor por servicio contratado.
El consumo del deporte no solo se refiere al contenido o al evento en vivo, también se refiere a la experiencia del estadio, a la relación en medios digitales, al uso de nuevas tecnologías, a la tienda en línea y el acceso a merchandising, la integración comunitaria y podemos seguirle.
El deporte, siempre (y aquí sí generalizo) podrá aportar esas historias de empoderamiento y superación que ha movido a la humanidad a lo largo de los siglos. Los valores y la inspiración que aporta, muy pocos productos los tienen y, por ello, pasa el tiempo y seguirán apasionando a millones. Sí, puede ser que a alguien el futbol ya no lo mueva, pero esa pasión la traslada a otra modalidad: running, o futbol americano, o basketball. Al final, es deporte y mientras haya espíritu de competencia, esta industria del deporte-espectáculo existirá.