Por Alvaro Rattinger
email: [email protected]
twitter: @varu28
El modelo económico mundial en la actualidad depende de un parámetro muy importante, el consumo. Los empleos, la inversión, crecimiento e inflación son claves, pero de manera reciente pasa a un segundo plano en los discursos de la marcas, políticos y hasta los consumidores.
En los Estados Unidos de Norteamérica el consumo de la población ha llegado a un nivel de “acto patriótico”, si quieres que existan más empleos o que el país avance, se dice norte del Río Bravo, debes consumir. En el resto de mundo la fiebre es un poco menor, la necesidad de consumir es importante; sin embargo, no llega a esos niveles. En México el INEGI liberó hace algunos días el índice de confianza del consumidor que se compone de 5 factores:
- Situación económica en el momento actual de los miembros del hogar comparada con la que tenían hace 12 meses.
- Situación económica esperada de los miembros del hogar dentro de 12 meses, respecto de la actual.
- Situación económica del país hoy en día, comparada con la de hace 12 meses.
- Situación económica del país dentro de 12 meses, respecto a la situación actual.
- Posibilidades en el momento actual de los integrantes del hogar comparadas con las de hace un año, para realizar compras, tales como muebles, televisor, lavadora y otros aparatos electrodomésticos.
La última cifra muestra un incremento del 4.5% en la confianza del consumidor comparada con el mismo mes del 2011, lo interesantes es que los consumidores consideran que su economía personal y de la nación están mejor tanto hoy como en los próximos 12 meses; sin embargo, al preguntarles las posibilidades de gasto en comparación al año anterior declara que son un 8.6% menores. Me resulta interesante que ante un perspectiva notable de mejora, el consumidor este dispuesto a gastar menos.
New is the new “new”
Es importante considerar que la empresas viven de las vetas y que si el consumidor no gasta en sus marcas, la compañía no tendría oportunidades de existir. El afán de aumentar ventas y llegar a objetivos ha llevado a las empresas a crear ciclos de obsolescencia programadas (en especial los gadgets) para que el consumidor no tenga opción más que gastar más en sus nuevos lanzamientos. Sin embargo, no todo es culpa de las marcas, el consumidor demanda hoy nuevos productos, con más beneficios (aunque sólo percibidos) ya sea por presión de sus pares o por simple aceptación social.
Ejemplos abundan, el más conocido es el iPhone que ha logrado que los consumidores extiendan sus planes de telefonía en espera del lanzamiento. No todos es miel sobre hojuelas, Nokia intentó esa misma estrategia esta semana con sus nuevos modelos Lumia con resultados muy tristes.
El consumidor hoy no sólo espera cosas nuevas, ni siquiera que sean mejores, exige con total descaro que las empresas los impresionen y cautiven, todo los demás es simplemente un commodity.