Las campañas presidenciales en Estados Unidos del año pasado dejaron muchas lecciones en marketing qué seguir, desde acciones en social media, pasando por propaganda política, hasta el debate sobre la postura que deberían tomar las marcas respecto a cuestiones políticas.
La tensión con el entonces candidato a la presidencia por el Partido Republicano, Donald Trump (hoy presidente), motivó una serie de reacciones en diversos países en rechazo a la plataforma política del también empresario y contra varias marcas.
Pero, ¿realmente los consumidores pueden modificar sus hábitos de consumo por rechazo a marcas que no compartan sus valores o preferencias políticas? Es un hecho demostrado por varios reportes que en cuestiones relacionadas con el medio ambiente y causas sociales impactan de manera importante su decisión de compra.
Hoy, un estudio de Ipsos, demuestra que la postura política también forma parte de los principios que consideran los públicos -en particular de la generación millennial y menores- para serias y consumir sus productos o servicios, de lo contrario, las rechazarían.
Según su análisis, hasta un 25 por ciento de los consumidores ha dejado de consumir una marca o producto que está relacionado o pertenece a una marca que no es afín a sus convicciones. Algo que se ve reflejado en boicots, un término que cobró cierta relevancia en el último año, dado el contexto que se vivió.
Ejemplos claros de este tipo de comportamientos es lo sucedido con Nordstrom y Uber, ambas marcas fueron objeto de duras críticas por estar relacionadas de manera directa o indirecta con Donald Trump.
En México, tuvimos el caso de #AdiósStarbucks, tendencia creció en redes sociales, donde los usuarios comenzaron a despedirse de la marca de café, como reacción a la firma de acciones determinadas por la administración Trump, como el muro. La tendencia afectó a otras marcas de origen estadounidense.