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McDonald’s ha protagonizado en diversas ocasiones temáticas en que el diseño se vuelve indispensable, tal como lo descubrimos con el cambio de sus empaques.
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Un buen diseño es responsabilidad de la marca y de la agencia con quien colabora, por eso grandes empresas como Starbucks han realizado convocatorias para crear envases sustentables.
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Una respuesta apresurada a una tendencia es una mala estrategia, sobre todo cuando la marca tiene una relevancia mundial e impacto directo en las necesidades del consumidor.
Una mala estrategia de diseño mete en problemas a las marcas y hay diversos casos en que esto queda patentado, tal como lo descubrimos con la denuncia pública que Hertz hizo, luego de que acusó a la consultora Accenture del peor diseño de un sitio web.
La plataforma de renta de autos había contratado a la consultora para que rediseñada sus plataformas digitales y pagó 32 millones de dólares, el resultado fue una demanda que no solo busca reparación por el daño provocado con atrasos en las entregas, sino incumplimiento de los requerimientos en diseño como sitios responsivos o una nueva identidad visual.
El problema del mal diseño provocó una demanda contra Accenture por parte de su cliente y es un buen ejemplo profesional de cuando se entiende mal la creatividad y se administra incorrectamente la innovación. Ahora, ¿qué pasa cuando un mal diseño ocurre en el mercado de consumo?
El consumidor castiga el mal diseño
El consumidor castiga el mal diseño y hace necesario replantear lo que pensamos que es una buena estrategia creativa.
Las ideas tienen que estar correspondidas con un diseño que pueda ejecutar la creatividad con que se pensaron, haciendo indispensable la buena administración de la innovación.
Starbucks es un claro ejemplo de cómo la disciplina es indispensable en creatividad, para lograr productos que puedan responder a las necesidades del consumidor.
La compañía lanzó una convocatoria para contratar a las mejores propuestas de envases sustentables y esto comprueba lo necesario que es contar con un producto que cumpla las necesidades del mercado, sin consecuencias negativas para la marca que lo implementa.
Un mal ejemplo de falta de disciplina en creatividad se lo ha llevado McDonald’s, luego de que la cadena de comida rápida quiso implementar con éxito popotes de papel.
Yo @McDonaldsUK how I meant to drink my milkshake outta this lmao. Stop with the paper straws… pic.twitter.com/qKsH3cJ8hB
— Joe Gomez (@joegmez) 21 de abril de 2019
Sin lugar a dudas un popote de papel se degrada más fácilmente que uno de plástico, pero la apuesta sustentable no cumple con las exigencias del consumidor: que es un accesorio que pueda usar durante el consumo de su bebida.
Debido a lo endeble que es un popote de papel, el consumidor ha enfurecido en contra de McDonald’s, motivándose incluso a revender popotes de plástico que anteriormente eran usados por la marca.
¿Cómo evitar un mal diseño?
Investiga. Un nuevo diseño debe entender las necesidades del consumo y la oportunidad que tiene el producto con el que se piensa responder a esta demanda.
Colabora. La comunicación es indispensable para poder identificar las fortalezas y puntos negativos de tu idea. Una idea que no se comparte es muy difícil que logre trascender, porque no es capaz de ver las mejoras que puede implementar.