Hace tiempo que no asistĂa a una sala de cine, lo que no sĂłlo me permitiĂł gozar de un buen film sino de vivir de cerca lo que esta industria resiste y encara. El cine viene luchando desde hace 25 años con una tendencia a la baja en cuanto al nĂşmero de asistentes a las salas, y mantiene una batalla irreductible por no dejarse vencer por las tendencias propias del mundo moderno.
Hay cosas que no pueden y quizá no deben cambiar, pero sĂ evolucionar, como los vestĂbulos de los cines, quĂ© si bien no pueden prescindir del irresistible aroma de las palomitas, un binomio inseparable, han sido transformados para convertirse en un food court, donde incluso se brinda la posibilidad de llevar alimentos más elaborados hasta tu asiento, una poltrona que está a la par con las de una primera clase de un vuelo intercontinental.
Esto abona a toda la vivencia, pues el elemento confort provoca que los asistentes se acomoden con anticipación en sus lugares, dándole aún mayor vida a otra de las tradiciones: los cortos, que encuentran a un público cautivo y receptivo, frente a inmejorables recursos técnicos de sonido e imagen, con la ausencia de adblockers o segundas pantallas. Por eso, los cortos siguen siendo el patio recreo de los publicistas exponiendo anuncios comerciales en los que pueden explotar al máximo los recursos técnicos y la creatividad.
Samsung, Telcel, la SecretarĂa de Turismo y hasta Netflix, siguen aprovechando un entorno prĂstino donde los cinĂ©filos son receptivos a los anuncios como parte de una experiencia general, lo que le sigue otorgando a la pantalla un valor para los anunciantes, a diferencia del entorno desordenado de la televisiĂłn y la proliferaciĂłn de anuncios emergentes en plataformas mĂłviles. La publicidad sigue siendo una parte relevante en los ingresos de esa industria.Â
Pero quizá el desafĂo más serio para la industria cinematográfica es el streaming, y por ello me llamĂł particularmente la atenciĂłn el anuncio de Netflix. ÂżCĂłmo las salas de cine admiten un comercial de su más serie amenaza en su propio terreno?
Esto habla de la seriedad y valor con que la industria del cine enfrenta a la revoluciĂłn que ha provocado Netflix. El cine es una industria global y un arte tecnolĂłgico, por lo que es natural que las tendencias y los desafĂos estĂ©n entrelazados en los negocios, la tecnologĂa y la cultura.
Y en cada una de estas facetas, los protagonistas están tomando iniciativas para mantener al cine como un espectáculo audiovisual incomparable. Por ejemplo, los cineastas contemporáneos están eligiendo libremente entre un nĂşmero creciente de herramientas para contar sus historias, y tambiĂ©n se sienten libres de combinar diferentes tecnologĂas en el mismo proyecto.Â
Los directores de fotografĂa nunca han tenido una gama tan amplia de cámaras, lentes, luces y formatos disponibles: cine y digital, esfĂ©rico y amorfo, SĂşper 16, SĂşper 35, encuadre completo 65. Al mismo tiempo, los directores y cineastas actuales muestran un deseo y disposiciĂłn para ser lĂşdico e innovador con las imágenes y texturas de sus pelĂculas
Hay un renacimiento en la cinematografĂa, con una plĂ©yade de jĂłvenes directores, que no solo se valen de la tecnologĂa para crear obras de excepciĂłn, sino tambiĂ©n la creaciĂłn de historias diferentes y una original forma para narrarlas.
Es cierto que la asistencia a las salas de cine viene decreciendo, pero no asĂ los ingresos, aunque esto se deba al precio de los boletos o la nueva y creciente demanda del mercado chino. Lo cierto es que en los cines se pueden crear experiencias Ăşnicas de comunidad, como nos ha demostrado la sorprendente respuesta a Black Panther. Además, los adolescentes siempre tendrán que dejar a sus padres en casa y salir con sus amigos. Y muchos de nosotros, los adultos, iremos a teatros para ver pelĂculas como Black Panther, que se ha convertido en un hito cultural.
Además, los llamados “salas vip”, como las cadenas IMAX o Dolby Cinema, ofrecen alta calidad de imagen y sonido, a lo que el streaming todavĂa no llega.Â
El futuro a largo plazo de la sala de cine depende del cambio tecnolĂłgico y no tengo duda de que la industria responderá de manera certera. Pero tambiĂ©n dependerá de que nunca decaiga el interĂ©s de producir contenidos que exalten esa incomparable experiencia de admirar un film con todo el esplendor que le puede dar una sala bien equipada.Â