Uno de los muchos efectos que dejó el sismo del 19 de septiembre en el centro y sur del territorio mexicano fue la situación de abandono en la que quedaron cientos de mascotas; sin embargo, también hizo popular a una raza de perro en específico y fue la de labrador.
La labor de Frida, la perrita labrador que se desempeña como rescatista dentro de los binomios caninos de la Secretaría de Marina, generó un impacto en la sociedad mexicana en medio de los momentos de emergencia.
De acuerdo con métricas arrojadas por Google Trends, la búsqueda del término “cachorros labrador” tuvo un pico luego del sismo, teniendo el 20 y 21 de septiembre, los días con mayor incidencia, coincidiendo con la publicación de la foto de Frida y su llegada a la zona de desastre.
Mientras que en mayor instancia, el término “adoptar perro”, también tuvo una alta incidencia entre el 25 y 30 de septiembre.
Para Miguel Desachy Miset, médico veterinario y supervisor de ventas de Royal Canin, señaló que sí se percibe que haya un boom en la compra de perros labrador, derivado del impacto mediático de Frida; sin embargo, las marcas de la industria de las mascotas deben fomentar una adopción responsable.
“Debemos estar conscientes que (la adopción de una mascota) conlleva muchas responsabilidades, razón que debe tomar en cuenta para que no sea un potencial abandono de mascota”, indicó el ejecutivo en entrevista con Merca 2.0.
Para Miguel Desachy, los usuarios deben saber que para adquirir un perro de raza labrador deben estar asesorados de cómo son sus cuidados y alimentación para generar una cultura responsable.
Los efectos inmediatos en el fenómeno de Frida se dieron al dispararse en un 300 por ciento la cantidad de botas para perro en las tiendas especializadas en artículos para mascotas, de acuerdo con reportes de la prensa mexicana, quien además publicó contenidos sobre cómo y dónde comprar esos productos. Además de que marcas como Purina (Nestlé) anunciaran donaciones de porciones de alimento para perro.
¿Qué sucede con la adopción responsable?
Tras el sismo, diferentes rescatistas o albergues se han dado a la tarea de brindar un espacio para proteger y cuidar mascotas mientras son encontrados por sus dueños o bien mientras encuentran un hogar adecuado, y aun cuando los esfuerzos que realizan son enormes, están lejos de ofrecer una solución verdadera a esta problemática cuando las adopciones se realizan a la ligera.
Fuera de la catástrofe, se estima que más de 10 millones de mascotas se encuentran en situación de calle y abandono, principalmente perros.
El sismo dejó una marcada línea de abandono de mascotas, una situación que ha dado la oportunidad de acción a las marcas y aportar ayuda a este sector afectado.
“Las marcas tenemos que mostrarnos como socialmente responsables y no sólo preocuparnos por la alimentación de las mascotas abandonadas, sino debemos fomentar la tenencia responsable de animales”, indicó el supervisor de ventas de Royal Canin.
Lamentablemente, y en contraste a la cultura de la responsabilidad, en Jojutla, Morelos, uno de los lugares más afectados por el sismo, han comenzado a abandonar a sus mascotas y en el peor de los casos sacrificarlas en los campos de cultivo.
De acuerdo con un reporte de la organización Patitas de Amor, hasta el 2 de octubre se han contabilizado 80 perros abandonados en la zona de desastre.
Desachy Miset, quien también es criador profesional, agregó que el sismo ha generado consciencia sobre una adopción responsable y el proceso adecuado para tomar la mejor decisión al momento de adoptar una mascota.
Si bien, una de las cosas más importantes al momento de adoptar es investigar las actividades de los albergues, ponerte en contacto para conocer cuál es el proceso que siguen con los perros rescatados y cómo trabajan con ellos para superar la mala experiencia y/o maltratos que hayan vivido.
Esto permitirá entender la seriedad con la que operan y el nivel de profesionalización en su operación diaria.
Y aunque en ocasiones el proceso pueda parecer largo y tedioso, es importante cubrir diferentes filtros y etapas para asegurar que la adopción sea efectiva, y que el animal no termine nuevamente en la calle.