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Son muchos los pasajeros que no están dispuestos a volver a volar en este modelo de aeronave
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Los costes de esta crisis serán –como mínimo– de 1.000 millones de dólares
Con un historial tan complicado como el que ha tenido el Boeing 737 Max después de dos accidentes similares –y la prohibición de volar–, escuchar nombrar ese modelo lleva a los viajeros a evocar imágenes nada placenteras. La marca lo sabe y por ello se están planteando cambiar el nombre a ese avión.
Ha sido el propio director financiero de la compañía, Greg Smith, quien ha reconocido esta posibilidad en una entrevista a Bloomberg, mientras explicaba que harán todo lo que esté en sus manos…
Parece que no será tan fácil
Después de estas declaraciones dadas en París, Boeing ha salido al paso con un comunicado en el que expresaba que aunque “nos encontramos abiertos a todas las ideas que nos ofrezcan nuestros clientes y las demás partes involucradas, en este momento no tenemos planes para cambiar la denominación del 737 Max”.
Este cruce de informaciones ha sumado puntos a las acusaciones sobre la falta de transparencia a la hora de informar los detalles de esta crisis y su proceso de solución, lo que sigue acaparando titulares por las razones no deseadas.
Una situación que ha costado un alto precio a Boeing cuyas acciones están un 20 por ciento por debajo del valor que tenían antes de el segundo accidente ocurrido en marzo de 2019. Se estima que los costes de esta crisis serán –como mínimo– de 1.000 millones de dólares a lo que se suma la paralización de las ventas de ese modelo que representa un 30 por ciento de sus beneficios netos.
El daño a la imagen
Aunque no se tenga la certeza de si finalmente cambiarán el nombre de estas aeronaves, lo que si es un hecho es que aun después de que, por ejemplo, la FAA en Estados Unidos, levante el veto, muchos viajeros no están dispuestos a subirse de nuevo.
En una encuesta realizada en la emisora estadounidense NPR hace pocos días, cerca del 62,5 por ciento no quiere volar en este modelo, sin importar lo que digan los organismos competentes sobre su ‘nueva’ seguridad.
Según reseñan en Bloomberg, incluso ha habido varios conatos de motín en vuelos donde los pasajeros han pensado, de forma equivocada, que se trataba de un 737 Max.
Cambiar el nombre a este modelo, es una medida drástica que indicaría hasta que punto la empresa esta dispuesta a luchar por recuperar su imagen, la misma que –con cambio de denominación o sin él– dicen los expertos, solo comenzará a mejorar después de que transcurra un año sin incidentes, una vez que regresen a los cielos.