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Fernanda Ramírez
Fernanda Ramirez

El acoso sexual laboral, cáncer silencioso del que poco se habla 

El hostigamiento sexual laboral es únicamente responsabilidad del acosador y bajo ninguna circunstancia debe ser visto como algo normal.

El acoso sexual laboral es como el cáncer. Así de contundente, esta “enfermedad” no respeta edad, condición económica o cargo; es un gran mal que daña profundamente a las víctimas y también a las organizaciones y aunque no lo tenemos medido quizá sea el responsable del fracaso de mujeres empresarias o de fijar techos laborales a las mujeres en las empresas. 

Conocemos las cifras: cerca de 10 mujeres asesinadas en el país cada día, ante ello, el Hostigamiento Sexual Laboral (HSL), puede parecer algo menor, sin embargo, es una de las formas de violencia de género más comunes que enfrentan las mujeres y que marcan sus vidas.

Expertos como el peruano Arístides A. Vara Horna, clasifican el HSL en dos: Quid Pro Quo, cuando un beneficio laboral, como un aumento de sueldo, un ascenso o incluso un empleo continuo, se condiciona a que la víctima acceda a las demandas de participar en algún tipo de comportamiento sexual y Ambiente de Trabajo Hostil en el que la conducta crea condiciones que son intimidantes o humillantes para la víctima.

De acuerdo con la Revista Estadounidense de Medicina Preventiva (AJPM por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, 5.6 por ciento de las mujeres, es decir, cerca de 7 millones reportaron algún tipo de violencia sexual por parte de un perpetrador relacionado con el lugar de trabajo.

En México, por desgracia, no nos quedamos atrás. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 22.6 por ciento  de las mujeres laboralmente activas han declarado haber sido víctimas de violencia laboral.

Se imaginan el infierno: una mujer que día a día se enfrenta a un jefe que le insinúa tener relaciones sexuales, que hace bromas respecto a su aspecto físico, que la ve de manera lasciva, que le habla por teléfono en horario no laboral, que se siente observada y no poder denunciar, ni dejar el empleo por miedo a no encontrar otro en el corto plazo, por perder lo que ha logrado conseguir en términos profesionales, por la necesidad económica… Así es la vida cotidiana de millones de mujeres en el mundo. 

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), durante el primer trimestre de 2019, alrededor de 23 mil 542 personas abandonaron su lugar de trabajo debido a situaciones de acoso pero, ¿cuántas más permanecen ahí?

Que no se piense que se trata de una situación que afecta solo a mujeres vulnerables, es un cáncer que también ataca a las empresarias que por temor a un pleito en juzgados a perder  un contrato o amistades permanecen en silencio ante el toqueteo constante de cintura, un chat inapropiado o intrusión en la vida íntima por parte del acosador.

Escuché de una mujer: ya lo hubieras denunciado”, pero, no es así de sencillo en un país en el que  98.6% de los casos de violencia sexual que sufrieron las mujeres mayores de 18 años no fueron denunciados o no se inició una investigación del caso, de acuerdo con la Encuesta Nacional Seguridad Pública Urbana (ENSU), en su edición de diciembre de 2020, es decir, los casos no tuvieron consecuencias ni en el terreno laboral ni en el judicial.

Vara Horna explica que el costo de este acoso es muy alto para las víctimas, para la empresa y para la sociedad, para las primeras y más importantes el precio es el sufrimiento psicológico, un cambio de comportamiento que muchas veces es el aislamiento, estrés, consumo de sustancias, pérdida de oportunidades laborales y dejar el empleo.

Por otro lado, las empresas tienen un impacto pues la productividad se ve disminuida, implica costos de rotación, costos legales, afectación en el clima laboral y la reputación empresarial; mientras que para la sociedad tiene costos por subsidios desempleo, costos de invalidez, gastos judiciales y discriminación de género.

Todo lo anterior debería de ser suficiente para que todos pusieran algo de su parte para evitar, y denunciar este doloroso problema.

Para el caso de las empresas podrían optar por entornos más seguros con la reducción de proporciones de género y el liderazgo dominado por los hombres y tener un clima organizacional sin tolerancia al acoso sexual tomando en cuenta en las quejas y denuncias,  sancionar a los perpetradores y proteger a las denunciantes de represalias.

Para las víctimas la primera duda es: ¿hice algo para que ocurriera esto? La respuesta en todos los casos es no, el hostigamiento sexual laboral es únicamente responsabilidad del acosador y bajo ninguna circunstancia debe ser visto como algo normal.

 

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