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El 80/20 y la felicidad en pareja

Las relaciones cercanas y positivas nos dan un sentido de pertenencia y propósito, mientras que las relaciones tóxicas pueden causar baja autoestima, impotencia, miedo, ansiedad, depresión, inseguridad, paranoia e incluso narcisismo.

Las estadísticas son preocupantes; se registra un aumento del 60% en divorcios durante la pandemia (INEGI). Significa que, en el 2021, hubo un total de 149 mil separaciones contra el 2022. Divorciarse hoy es más rápido y barato que nunca, (el costo se redujo en 42% vs el 2019 según Expansión). Podría ser que el hacinamiento forzado de la pandemia afectara una sobre convivencia no conducente a la armonía conyugal.

Parece ser que las personas casadas o en relaciones de largo plazo se describen como más felices que las solteras; tanto en hombres como mujeres. Sin embargo, esas comparaciones son engañosas ya que las personas más felices también tienen más probabilidades de casarse. Por lo que es factible encontrar niveles de felicidad mayores en personas casadas, incluso si su matrimonio o relación no aumente la felicidad de ninguno de los dos.

John Gottman, profesor emérito de psicología de la Universidad de Washington, llegó a la psicología con experiencia en matemáticas avanzadas y análisis estadístico. Durante más de 40 años ha estudiado e identificado los elementos que estadísticamente promueven la estabilidad o separación en las relaciones. Sus estudios apuntan a que existen cuatro comportamientos negativos predictivos del divorcio si se dan de manera constante:


1. Una Actitud defensiva

2. La Indiferencia

3. La Crítica destructiva y

4.  El Desprecio

Gottman podía predecir con un 91% de probabilidad si una pareja se divorciaría o seguiría felizmente unida después de observar si interactuaban frecuentemente bajo éstos cuatro “jinetes del apocalipsis”.  Incluso, si quieres mejorar tu relación recuerda que se requiere de cinco iteraciones positivas para contrarrestar una interacción negativa.   

Según el filósofo Alain de Botton existe una alta probabilidad que nos casaremos con la persona equivocada. Aunque creemos que buscamos felicidad en el matrimonio, es más complejo; buscamos lo conocido, recrear sentimientos que experimentamos en nuestra infancia. El amor que sentimos de niños frecuentemente se confunde con algunas dinámicas destructivas: sentimientos de codependencia, la privación del cariño, el enojo o incluso la incapacidad de expresar nuestros verdaderos deseos.

A menudo, como adultos, rechazamos a ciertas personas no porque sean el candidato equivocado, sino porque se sienten “demasiado” equilibrados, maduros, comprensivos y confiables; especialmente porque no identificamos esos comportamientos con el amor, sus patrones se sienten extraños. Nos casamos con la persona equivocada porque no asociamos inconscientemente el ser amado con sentirnos felices.

Y ahora a complicar la situación viene la igualdad y desigualdad de género: consideremos una estadística irreconciliable: en promedio, las mujeres se ocupan de al menos 65% del cuidado de los niños. Cualquiera que hable con una mujer casada heterosexual con hijos sabe que hay una diferencia entre la teoría y la práctica; por más que tu pareja esté comprometida con tener un matrimonio “igualitario” no hay nada como tener hijos para probar cuán comprometida está realmente tu pareja con la igualdad.

A nosotras, las mujeres, nos dijeron que podríamos tenerlo TODO, pero quizá tristemente no al mismo tiempo. Desde que mis amigas tuvieron hijos, se quejan de que el marido piensa que “cocinar” significa ocasionalmente hacer un asado el domingo; o que “ayuda” con los niños; cuando lo que quieren las mujeres no es “ayuda” si no un apoyo responsable. Sheryl Sandberg en su libro “Lean in”; plantea un argumento controversial, dice que si las mujeres quieren más participación de su pareja podrían cambiar su rol de “madres guardianas” y soltar, dejar de controlar la manera en que la pareja ejerce la crianza o los quehaceres.  Pero a veces dudo que con esto sería suficiente, muchos hombres están dispuestos y hasta esperan que sus esposas solucionen todo; desde un lonch equilibrado para la escuela, los regalos de navidad o hasta conocer las fechas del calendario escolar.

Finalmente, las buenas relaciones pueden ayudarnos a vivir vidas más largas y felices con menos problemas de salud mental. Las relaciones cercanas y positivas nos dan un sentido de pertenencia y propósito, mientras que las relaciones tóxicas pueden causar baja autoestima, impotencia, miedo, ansiedad, depresión, inseguridad, paranoia e incluso narcisismo.

Aún si estás celebrando un año de matrimonio o 10, siempre hay oportunidades para fortalecer tu relación y tener una unión más feliz a largo plazo. Parece ser que la forma más sencilla de convertirte en un mejor cónyuge es trabajar en tu propio bagaje. Una mejor conexión se da si las dos personas pueden llegar a la relación como la mejor versión de sí mismas.

¿Y cómo convertirte en la mejor versión de ti mismo?

Entiéndete: Antes de trabajar en la relación cada individuo debe mirar hacia adentro; la gente siempre cree que la clave de la felicidad en la pareja es la buena comunicación, pero lo que más importa es como te presentas tú a la relación; lo que requiere de asumir la responsabilidad de tus pensamientos y acciones

Analiza como discutes: Discutir en cualquier relación es inevitable; la clave no es simplemente luchar para ganar. Las parejas que discuten constantemente construyen una relación basada en la superioridad y la competencia, donde hay un conquistador y un vencido (o hasta una víctima). Para que la RELACIÓN GANE no se puede dar esta dinámica de “contar chiles” o de suma cero, si tu pareja pierde, tú también pierdes, porque la relación pierde.

A veces sucede que tu matrimonio te hace feliz la mayoría del tiempo, aunque a veces tu pareja te caiga mal; se da el prodigioso 80/20.  El principio del 80/20 se aplica mucho a los negocios, al ejercicio y hasta en la dieta: come sano el 80% del tiempo y disfruta lo que quieras sólo el 20% del tiempo. Esta regla también funciona bien en las parejas.

Si tu relación es excelente (o bastante buena) el 80% del tiempo, el resto del tiempo puede ser menos perfecta. Es imposible, y poco realista, esperar que sea perfecta todo el tiempo; si te falta algo en la relación puedes realizar otras actividades de manera independiente. Puedes usar ese 20% para conocerte mejor, buscar otros pasatiempos, como viajar, leer o hasta ir al gimnasio.

Creo yo, que no es cuestión de suerte, podemos meterle de nuestra parte para construir una relación íntima, y positiva, con un enfoque en lo que nos gusta de nuestra pareja, al no concentrarnos sólo en lo que nos desagrada.

Después de casi 20 años de casada, puedo decir que siempre pienso en mi marido cuando me pasa algo grande o pequeño. Cuando tengo una buena experiencia le quiero contar, quiero platicar con él, y que comparta mi felicidad. Odio no poder contarle un chiste que me hizo reír, o ver una película sin que me pregunte a los cinco minutos “¿Él es el asesino?” (en un volumen de voz que “no es para el cine”). Y cuando me pasa algo fatal, quiero escuchar su indignación sobre cómo se comporta la gente. Me siento afortunada casi todos los días, porque creo que logramos el famoso 80/20. Quizá la conclusión es que la búsqueda de la felicidad es en conjunto, no esperar que esa persona te “otorgue” felicidad; pues es una carga demasiado onerosa.

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