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Los consumidores están cada vez más interesados en productos sin colorantes artificiales, con un 50% dispuestos a pagar más por alimentos libres de estos ingredientes, según un estudio de Mintel.
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La industria alimentaria está evolucionando hacia una mayor transparencia y formulaciones más naturales, y se prevé que el uso de colorantes artificiales disminuya significativamente en los próximos años.
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La FDA permite el uso de 36 colorantes en alimentos, incluyendo ocho de origen sintético, según la agencia AP.

Estados Unidos se alista para un cambio profundo en su cultura alimentaria. El gobierno anunció que a finales de 2026 se eliminarán por completo los colorantes artificiales presentes en alimentos procesados, una decisión que promete transformar desde los cereales infantiles hasta los refrescos más populares. La medida, impulsada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), responde a preocupaciones de salud pública que han ganado fuerza en los últimos años.
Aunque por décadas se han utilizado pigmentos sintéticos para dar color y atractivo visual a los productos comestibles, estudios recientes han reavivado el debate al vincular estos aditivos con problemas de conducta en menores, además de potenciales riesgos metabólicos y hasta oncológicos. El nuevo comisionado de la FDA, Marty Makary, destacó que esta transición será “una ruptura definitiva con los colorantes derivados del petróleo” y un paso hacia una industria más saludable y transparente.
Pero el impacto va más allá del ámbito médico: se anticipa que las empresas alimentarias deberán rediseñar sus recetas, abastecerse de ingredientes naturales y adaptarse a una demanda creciente por productos más limpios. Aunque la FDA aún no ha publicado la normativa completa, se espera que los detalles del proceso regulatorio sean revelados en las próximas horas por el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., quien ha convertido este tema en una bandera de su gestión bajo el lema “Hacer que Estados Unidos vuelva a ser saludable”.
La medida también podría tener repercusiones internacionales, ya que los países que exportan alimentos a EE.UU. tendrán que ajustarse a las nuevas reglas, lo que podría acelerar una tendencia global hacia el abandono de aditivos artificiales.
Más que una restricción, este giro podría representar una oportunidad para la innovación alimentaria, impulsando el uso de extractos vegetales, ingredientes funcionales y tecnologías más limpias que respondan a un consumidor cada vez más informado y exigente.
El creciente interés en los alimentos orgánicos y libres de químicos ha llevado a muchas marcas a revisar sus fórmulas para satisfacer las expectativas de los consumidores. De acuerdo con un estudio de Mintel, el 50% de los consumidores están dispuestos a pagar más por productos alimenticios sin colorantes artificiales, lo que ha impulsado a muchas compañías a adoptar alternativas más naturales, como colorantes derivados de plantas, como el betabel o el espirulina.
Con la creciente regulación de colorantes artificiales y el cambio en la demanda de los consumidores, la industria alimentaria está evolucionando hacia una mayor transparencia en los ingredientes y hacia la formulación de productos más saludables. La tendencia parece continuar en aumento, lo que ha llevado a algunos analistas a predecir que el uso de colorantes artificiales en productos alimenticios disminuirá significativamente en los próximos años.
Según un informe de la Environmental Working Group (EWG), más del 90% de los alimentos ultraprocesados dirigidos a niños contienen al menos un colorante artificial. Además, investigaciones del Center for Science in the Public Interest (CSPI) han vinculado varios de estos aditivos con posibles efectos adversos en la salud infantil, como cambios de conducta y reacciones alérgicas.
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