En las décadas de oro para el retail, ir de compras era sinónimo de entretenimiento. El viaje a la tienda y el proceso que la adquisición de un producto suponía representaban para el shopper una vivencia satisfactoria, que además de ser relajante representaba cierto estatus y cumplía con las motivaciones aspiracionales del momento.
No obstante, esta realidad cambio ante la incapacidad del sector para adaptarse a las nuevas exigencias del consumidor. Ahora, un tercio de los shoppers en Estados Unidos -mercado que fue paraíso del sector minorista- afirma que prefiere lavar platos antes que visitar una tienda física, mientras que cuatro de cada diez indica que ir de compras es una tarea rutinaria y aburrida, de acuerdo con Capgemini Consulting.
Por el momento, la innovación que el comercio electrónico supone (cuando menos en términos de inmediatez, diversidad de portafolio, el acceso a nuevas fuentes de referencia y métodos de compra prácticos) parece cubrir el vacío. Sin embargo, podría ser un momento de gloria bastante corto para la comercialización en línea.