Ser testigo del triunfo de un grupo de mexicanos en un estadio resulta sumamente emocionante, sea donde sea, independientemente de la disciplina en la que se compita. Así, en días pasados, en un contexto naturalmente adverso y complejo, un equipo mexicano registró un triunfo que será difícil de olvidar. La novena mexicana de béisbol venció a su similar de Estados Unidos por 11 carreras a 5, donde evidentemente el favorito era el adversario.
Más allá de estadísticas, de cuántos enfrentamientos hemos tenido con nuestro vecino del norte en este deporte, y en cuántos de ellos hemos cosechado resultados favorables, el pasado triunfo ha traído alegría a la afición mexicana, como un elemento que adereza una profunda y efervescente relación entre dos países.
Muchos antecedentes y hallazgos existen de este deporte en distintas partes del mundo. No obstante, el beisbol tal y como lo conocemos nació en Estados Unidos. Es el equipo norteamericano uno de los más poderosos del mundo, basado en una liga sumamente desarrollada, constituyendo así uno de los deportes de mayor arraigo y preferencia en ese país.
La historia de dos sociedades, los antecedentes de este deporte en ambas naciones, y la dinámica actual entre México y Estados Unidos, colocan al triunfo de la novena mexicana en territorio estadounidense, en una categoría muy especial. Definir la localía del encuentro fue difícil, porque si bien se jugó en territorio estadounidense, el estadio está ubicado en lo que algún día fue territorio mexicano, y que hoy un nutrido grupo de compatriotas ocupan y desarrollan con esfuerzo y sacrificio.
Los beisbolistas mexicanos son destacados protagonistas de las ligas mayores en Estados Unidos. Son embajadores de sus países en un deporte que no es el favorito de los mexicanos. Un triunfo que da alegría a mexicanos en territorio propio, pero que sacude y motiva aún más a mexicanos que por una u otra razón han tenido que migrar a Estados Unidos a escribir su historia. Muchas felicidades y ojalá, este equipo mexicano logre destacar aún más en este Clásico Mundial, por ellos mismos, por nuestro deporte, y principalmente por los millones de mexicanos que radican lejos de la tierra que los vio nacer.