La industria de Alimentos y Bebidas en México se mantiene como uno de los brazos fuertes de la economía mexicana, a pesar de diversos factores externos y de índole mundial que podrían frenar el consumo.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) refieren que la producción nacional de alimentos en 2014 fue de 7 millones de toneladas; mientras que la industria de bebidas tuvo una producción de 47 mil 311 millones de litros.
En este sentido, datos entregados por la ExpoANTAD & Alimentaria México 2018, la tasa media de crecimiento anual para alimentos y bebidas será de 4.3 por ciento entre 2014 y 2020, impulsado por el crecimiento de la clase media así como por la creciente cantidad de jugadores que se suman al segmento.
Aunque estas cifras son sin duda alentadoras, lo cierto es que los siguientes meses serán sumamente interesantes y retadores para los jugadores que se desarrollan en este segmento, especialmente, cuando hablamos de aquellos que abanderan su oferta en las bebidas libres de alcohol. Iniciando por el cambio de hábitos del consumidor hacia productos más saludables, pasando por los movimientos en las cargas impositivas, hasta llegar a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), muchos serán los factores que imprimirán de especial dinamismo a dicho segmento en el futuro inmediato.
México se sitúa como uno de los 15 países que produce mayor cantidad de alimentos, según la ONU, donde también se encuentra el rubro de bebidas.
En principio, es importante mencionar que Estados Unidos es uno de los mercado más lucrativos para la exportación de todo tipo de alimentos y bebidas de origen nacional, con lo que las modificaciones al TLCAN pueden afectar de manera directa a la industria.
Para daros una idea, basta con tomar como referencia los sectores relacionados con el azúcar uy productos derivados así como las bebidas y tabaco.
Según un estudio de The Atlantic Council, con la ruptura del tratado comercial, las exportaciones de Estados Unidos hacia el país azteca caerían un 49 por ciento en el sector azucarero y productos derivados, mientras que los que ellos importan de productores mexicanos de dicho sector se contraería un 22 por ciento.
Por su parte, la entrada de bebidas y productos de tabaco estadounidenses a México se reduciría alrededor del 39 por ciento, y las compras de Estados Unidos al país azteca caería en 28 por ciento.
Esto resulta relevante si consideramos que México se ubica como uno de los países que más refrescos y bebidas azucaradas consume en el mundo. Estimaciones del Instituto Nacional de Salud Pública indican que el mexicano promedio consume 163 litros de refresco por año.
Esto se suma la creciente búsqueda del consumidor por hábitos de alimentación más saludables. Un reporte de Nielsen refiere que tan sólo en 2014, casi una quinta parte del gasto de los hogares era ocupada hoy por productos saludables, en donde la penetración de penetraciones de bebidas funcionales y con promesas más sanas son mucho más altas que las de alimentos.
Combinado con el factor anterior, este dato plantea tanto interesantes retos como grandes oportunidades para el sector de bebidas no alcohólicas en el mercado mexicano.
Ante dicho panorama resulta de vital importancia reconocer las posiciones que ocupan las principales empresas que juegan en el sector, con la intención de entender lo que podría deparar el futuro próximo para esta dinámica industria.
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