El rompecabezas de la campaña de Donald Trump, que no contaba con todas sus piezas hace algunos días, acaba de encontrar las últimas figuras clave para su integración final.
Una vez terminado el acertijo, será colgado en forma de cuadro dentro del Salón Oval como una muestra del ingenio, cabildeo político y suerte de Trump (y de su equipo) para sortear el Impeachment (juicio político) con una votación con poco margen, 53 a favor y 47 en contra, pero que fue suficiente para la absolución del presidente, quien fue acusado por la obstrucción al Congreso en el caso de Ucrania.
El festejo por el resultado positivo lo hizo por todo lo alto junto a su equipo y a su partido, dentro de una jugada que puso en jaque mate a los demócratas, encabezados por la belicosa Nancy Pelosi, que buscan desesperadamente sacar a Trump del cargo aún mucho antes de arrancar la elección. La partida fue ganada por el presidente número 45 de los Estados Unidos de América.
Analicemos el caso, pero preparémonos para ver por cuatro años más al magnate de los bienes inmuebles dirigiendo a una de las principales economías del mundo, al tiempo que innova con sus mensajes políticos por medio de una comunicación disruptiva.
¿Cuál es el perfil de Donald Trump?
Donald John Trump MacLeod, político de 73 años, educado en la Universidad de Pensilvania, padre de 5 hijos y dueño de una fortuna de mil 470 millones de dólares, es un hombre sumamente competitivo que igual juega golf, como produce shows de televisión, credenciales que le dan competencias como hombre ligado a los reflectores. Está acostumbrado a ganar, conoce el desgaste que provocan los medios, pero también sabe cómo utilizarlos para salir avante. Su viejo asesor político, Roger Stone, se pasó años tratando de convencerlo para lanzarse por la presidencia hasta que lo logró en 2016 y lo demás, ustedes amables lectores, lo conocen.
Siguiendo con el símil del ajedrez, revisemos las jugadas que realizó Trump en la mejor semana que ha tenido como gobernante, que fue del 3 al 7 de febrero del año en curso.
El informe para dar a conocer el Estado de la Unión, ofrecido el 4 de febrero, fue el inicio de su ascenso, incluyendo su popularidad, pues subió de 45% a 49%. Su discurso no se alejó de su oferta inicial de campaña y su tono fue el de un hombre que no estaba siendo procesado, sino que estaba en campaña.
La rabieta de Nancy Pelosi al romper, ante los ojos de todos, la copia del informe hizo ver que la prudencia en el bando demócrata es un valor escaso.
La absolución de Trump en el Senado, que contó con el respaldo de los republicanos, fue el movimiento que acorraló al rey del tablero de los demócratas. El jaque mate se consumó en la celebración en el Salón Este de la Casa Blanca en donde el presidente fue vitoreado, aclamado y arropado para buscar la reelección. Su discurso fue bajo el concepto del ave fénix: resurgió de las cenizas y tomó el rol lastimoso de alguien que fue agredido injustamente: “Pasé por un infierno y no hice nada mal”.
Las elecciones primarias para designar al candidato demócrata que habrá de enfrentar a Trump tuvieron un mal inicio en Iowa, al caerse el sistema de conteo. Ya les dieron motivo a los estrategas del actual presidente para llamarlos tramposos.
Bernie Sanders, un político muy popular, camina con paso firme para ganar la interna demócrata y, dado su pensamiento socialista y su visión de gobierno, le pone fácil a Trump la estrategia para llamarlo comunista.
¿Qué tenemos hasta aquí?
A Donald Trump montado en un auto de Fórmula 1 saliendo en primer lugar en la carrera de su reelección, ¿quién lo frenará?
Nos encontraremos más adelante.