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La apropiaciĆ³n cultural es un problema que las marcas han extendido y a pesar de las crĆticas, insisten en implementarla.
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El impacto de una marca con un buen diseƱo se ha convertido hoy en dĆa en una pauta fundamental para integrar de mejor forma al consumidor en las necesidades del mercado.
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Hay cada vez mayor interƩs por generar estrategias de venta, solo que el concepto creativo con que estas se han impulsado ha fallado.
Las marcas han confundido la apreciaciĆ³n cultural con apropiaciĆ³n cultural en aras de la creatividad y esto se ha debido a que es mĆ”s fĆ”cil encontrar ideas de otras culturas y lanzarlas en mercados ajenos a ellas, mediante pĆ©simas imitaciones o colaboraciones injustas.
En medio de esta lucrativa confusiĆ³n, las marcas han implementado acciones creativas que han marcado una pauta definitiva para entender al consumidor.
Para comprender que es lo que ha ocurrido en el mercado, es necesario comprender el valor que reside en cada uno de los aspectos de diseƱo que identifican a una cultura.
MĆ©xico es una naciĆ³n muy rica en cultura, sin embargo, esto no ha bastado para que el mercado sea protegido y la identidad respetada.
Han existido diversos casos en que la apropiaciĆ³n cultural se ha definido bajo esquemas, que poco han logrado determinar un impacto efectivo en el consumidor.
Esto lo podemos observar de manera global con incidentes como el ocurrido con Disney, cuando la marca fue acusada de apropiaciĆ³n cultural, luego de que un activista de Zimbawue lanzĆ³ una peticiĆ³n en Change.org para que la compaƱĆa dejara de usar la frase en El Rey LeĆ³n, la cual significa no ha problema en āswahiliā.
En cuanto al mercado mexicano, Carolina Herrera, Christian Dior, Christian Louboutin y Louis Vuitton se convirtieron en las marcas de moda seƱaladas de apropiaciĆ³n cultural, luego de que la Ćŗltima enlistada lanzĆ³ un sillĆ³n con un lienzo hecho por artesanos hidalguenses.
La marca asegurĆ³ que se trata de una colaboraciĆ³n, sin embargo, al igual que Louboutin, ambas marcas hicieron colaboraciones injustas, pues el precio del producto final contrasta con la realidad de los artesanos.